Tecnología con alma comunitaria, 38 años de inclusión digital en Manzanillo

Foto: Lilian Salvat (Archivo)
Foto: Lilian Salvat (Archivo)

Manzanillo. Septiembre 8.- En una esquina del barrio, entre teclas y pantallas, se escribe una historia de inclusión que ya cumple 38 años.

Lo que comenzó como un sueño de país, acercar la informática a cada rincón de Cuba, se convirtió en una red viva de conocimiento, servicio y transformación social.

Fue Fidel Castro Ruz quien, el 8 de septiembre de 1987, impulsó la creación de los espacios tecnológicos que hoy siguen siendo faros digitales para la comunidad.

En la ciudad del Golfo, esa visión germinó con fuerza, sesde sus primeras instalaciones, estos centros se han convertido en lugares de encuentro intergeneracional, donde niños, jóvenes, adultos mayores y personas con discapacidad descubren que la tecnología puede ser cercana, útil y humana.

“Es como el médico de la familia, pero en versión digital”, dijo Fidel, y en nuestra ciudad, esa frase cobra vida cada día, desde cursos básicos hasta formación en ciberseguridad, robótica educativa y alfabetización digital para emprendedores locales.

Desde 2015, tras el cambio en su objeto social, estas instituciones ampliaron su alcance, hoy prestan servicios tanto a personas naturales como jurídicas, incluyendo organismos estatales, trabajadores por cuenta propia y mipymes.

Entre sus prestaciones destacan la asesoría informática, instalación de aplicaciones móviles y periféricos, configuración de redes, elaboración de planes de seguridad digital e incluso el alquiler de dispositivos tecnológicos.

Más allá de la enseñanza, también son aliados estratégicos en procesos de bancarización, comercio electrónico y gestión digital; generan códigos QR, orientan sobre pasarelas de pago y promueven el uso seguro de las tecnologías.

Actualmente, Manzanillo cuenta con una red activa que logra capacitar a miles de personas, familias enteras han aprendido a navegar, crear, proteger sus datos y emprender desde lo digital.

En tiempos de transformación acelerada, estos espacios se consolidan como habilitadores de inclusión, equidad y desarrollo.

No se trata solo de enseñar a usar una computadora, se trata de formar ciudadanos digitales con propósito, con ética y con sentido social.

Aquí, como en toda Cuba, la tecnología tiene rostro humano y ese rostro sigue mirando al futuro, con vocación de servicio y compromiso comunitario.

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