Una edad de lujo

Dora Guerra Delgado / Foto Lilian Salvat Romero

“Es un orgullo poder decir mi edad, – comenta Dora Guerra Delgado- ya son 78 años y los últimos siete los he pasado aquí, rodeada de toda esta gente que se empeña en hacerme la vida más placentera y llenar de cuidados mis días”.

Llegar a la tercera edad es un privilegio que no todos tenemos, más aun con esta pandemia que cobra la vida de miles de personas por todo el mundo sin importar que tan joven o no podamos ser.

Unos 98 abuelitos comparten este criterio del hogar de ancianos Padre Acevedo de esta ciudad del gofo, la que en sus cinco salas acoge de manera esmerada los que necesitan de sus servicios.

“Hemos adoptado todos las medidas para que nuestros abuelitos no se contagien con la Covid-19 – explica Dayamí Torres Rodríguez , jefa del servicio de enfermería en la institución asistencial- para mayor seguridad se establecieron dos zonas, la verde y la roja, la primera concierne al personal de oficina y administrativos, en tanto la otra es para el personal asistencial que labora en equipos por 14 días sin salir del centro y descansa al culminar este período, por igual tiempo en sus casas”.

Dayamí Torres Rodríguez// Foto Lilian Salvat Romero

Un equipo multidisciplinario recibe a los pacientes y evalúa su estado a la hora de su ingreso, los que en ese momento son jubilados y están aptos física y mentalmente se les mantienen el pago de su pensión y se les descuenta 126 pesos moneda nacional, cuota que deben abonar mensualmente por el servicio, en el caso de los asistenciados , es la asistencia social la que corre con los gastos; otra modalidad es la que la familia asume el importe, actualmente sólo tenemos dos abuelitos, comenta Griselia Acosta Rodríguez, trabajadora social de ahí.

Griselia Acosta Rodríguez/Foto Lilian Salvat Romero

Los que allí residen de forma permanente reciben todos los cuidados necesarios para una vejez saludable, “nos dan seis comidas al día, la proteína nunca falta, cada mañana la seño nos toma la presión y el que lo necesita toma sus medicamentos diarios, yo misma soy diabética y tengo una colostomía, tengo consultas frecuentes y la atención médica especializada que requiero, qué más puedo pedir, aquí todo somos como una familia”, concluye Dora

Con la adopción de este protocolo el hogar se ha mantenido sin eventos relacionados a la pandemia. Dora que presentaba una difícil situación, al quedar sola luego del fallecimiento de su esposo, se siente más protegida, ahí recibió varios tratamientos preventivos y la administración del esquema completo de una de las vacunas cubanas anti-covid-19.


La fisiatra los ejercita diariamente/Foto Lilian Salvat Romero


Entre tanto la fisiatra los convoca a ejercitarse, la pantrista les prepara para su merienda y la enfermera ayuda al cambio del nasobuco, transcurren los días en este lugar que lejos de sentir dolor o la pesantes de los años , anima a vivir con intensidad y enseña que la vejez es una etapa vital como la niñez o la adolescencia, es una edad de lujo.