
La joven Daris Toledo Arias vivió unos días tensos por la cuarentena que tuvo que enfrentar junto a sus familiares y vecinos por ser contactos de una paciente confirmada positiva a la COVID-19.
Durante 12 largas jornadas la incertidumbre se apoderó de quienes conviven en la calle Astillero entre Sol y Plácido, por la espera de los resultados del PCR, que confirmarían la presencia o no en el cuerpo de estos manzanilleros del nuevo coronavirus Sars-Cov-2.
Del 18 al 29 diciembre últimos, estas personas estuvieron en aislamiento total, pues una viajera de los Estados Unidos positiva a la enfermedad, tuvo contacto con una vecina de esta cuadra quien se contagió, y a su vez mantuvo otros contactos en la zona.

Desde entonces se estableció todo un protocolo de seguridad para la vigilancia del área y establecer el cierre total de la cuadra. Fue necesario que las organizaciones políticas y de masas del barrio establecieran mecanismos para el apoyo a todos los vecinos.
Daris dice que «la ayuda que nos dieron durante todo ese tiempo fue muy buena por parte de las direcciones de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), el grupo de trabajo comunitario, las enfermeras y la doctora del Consultorio Médico de la Familia (CMF), todos cooperaron. Hubo mucha atención por los especialistas de la salud y las otras personas que vinieron a prestarnos su ayuda, ellos nos compraban los alimentos y medicamentos, todo fue muy bien organizado.

Me sentí muy satisfecha con todo lo que hicieron, en verdad se los agradecemos mi papá, mi mamá, mi hermana y mi esposo que estuvimos aquí en cuarentena», concluyó la joven de 20 años.
Una de las manzanilleras que brindó su apoyo en este tiempo a los que cumplían el estricto aislamiento social fue Madelaine Fonseca Jiménez, dirigente de base del bloque 52 perteneciente a la delegación cuatro de la FMC. «Para mí este apoyo significó una tarea muy importante ya que brindamos la ayuda a esas personas que no podían salir de sus hogares. Les llevábamos los alimentos, las medicinas y todo lo que necesitaban, ellos nos pedían asistencia y nosotros se las brindamos en todo momento, siempre estuvo dispuesto nuestro brazo solidario.

Fue una actividad de mucho sacrificio porque tuvimos que hacer muchas cosas al mismo tiempo, no tuvimos horarios para atenderlos, fue a toda hora, de noche, siempre que lo necesitaron.
Durante esos días la comunicación con ellos fue muy buena, se comportaron muy amables, nos atendieron muy bien, quedaron satisfechos.
Para esta ayuda nos protegimos siempre con el uso correcto del nasobuco, los guantes, y si teníamos que ingresar al área de la cuarentena teníamos que ponernos unas batas estériles, nos lavábamos las manos. Siempre me sentí segura y nunca tuve miedo por cumplir estrictamente el protocolo de seguridad», expresó Fonseca Jiménez.
En esta protección es vital y esencial el apoyo del personal de la salud. Una de las doctoras que atendió este caso de aislamiento fue Ailén Aldana Chávez, Médico General Integral (MGI) del CMF del área. «En nuestra ayuda fuimos de inmediato a la casa de la paciente confirmada positiva a la COVID-19, aislamos la vivienda y se identificó como hogar en vigilancia epidemiológica. Se realizó todo el protocolo establecido para estos casos, se encuestaron todos los contactos, hubo que cerrar la cuadra porque prácticamente todas las moradas eran contactos de la paciente positivo al coronavirus.

Como profesionales de la salud estuvimos brindando ayuda médica a todos los pacientes en cuarentena, además todos los factores del barrio participaron, la delegada de la circunscripción, los presidentes de los CDR brindaron su apoyo.
La cooperación de los pacientes fue primordial porque ellos en todo momento cooperaron con todo lo que les orientamos, cumplieron todos con su cuarentena algo que era fundamental para nosotros para poder mantener la vigilancia epidemiológica como se debía, y poder controlar el foco que en ese momento se nos dió para que el evento cerrara lo mejor posible», detalló la residente del tercer año de MGI.

Una de las enfermeras que tuvieron el contacto directo con todos fue la licenciada Bárbara Pérez Martínez, quien dice que «lo que hicimos allí lo valoramos como una ayuda primordial, los pacientes fueron muy disciplinados. Les realizábamos las pesquisas activas dos veces al día y además les brindamos todo lo necesario por parte de salud. Siempre nos sentimos seguras en el intercambio con los pacientes, contábamos con todos los medios de protección, más el apoyo todos los medios tanto de la salud pública, como por parte del gobierno.

Algo muy bonito fue el agradecimiento de todos esos pacientes. El mismo día que llegaron los resultados de los PCR nos felicitaron, aplaudieron y se sintieron agradecidos de todo lo que hicimos por ellos», concluyó esta experimentada enfermera.
Realmente una experiencia para no olvidar y tener siempre a la responsabilidad, la disciplina y el autocuidado presentes para evitar el contagio y la propagación de la COVID-19. Por eso Daris Toledo envía un mensaje a los manzanilleros, «que se protejan, que usen el nasobuco, se cuiden y cuiden a su familia».