
La lucha contra las drogas se libra donde la gente vive: en los barrios. Este problema, que destroza familias y comunidades, no se enfrenta solo con discursos, sino con acciones directas. Allí, vecinos, padres y, sobre todo, los jóvenes, se encuentran para buscar soluciones juntos.
Estas reuniones en los barrios no son solo para informar, sino para capacitar realmente a los jóvenes y a sus familias, se trata de darles herramientas prácticas: entender los graves riesgos de las drogas, aprender a decir «no» con firmeza y fortalecerse para resistir las presiones. El objetivo es claro: que estén listos para enfrentar este flagelo. Es una apuesta por la fuerza de la comunidad, sabiendo que prevenir es mucho mejor que lamentar.
La fuerza de lo que se hace en Manzanillo está en la unión de muchos actores, a través de los consejos populares se organizan charlas y debates, a la que acuden autoridades, especialistas de salud pública y la comunidad religiosa cada uno aportando desde su experiencia.

Lo más importante es que todos estos grupos diferentes están interesados en lo mismo: el bienestar de los adolescentes, saben que proteger a los jóvenes no es solo un deber, es crucial para el futuro del pueblo. Esta unión de esfuerzos, materializada en acciones en los barrios, les manda un mensaje claro a los muchachos: su comunidad los apoya, los cuida y cree en ellos, lo que es un apoyo fuerte frente a las mentiras del mundo de las drogas.
El camino de Manzanillo, basado en prevenir uniendo a la comunidad e involucrando a todos los sectores positivos, muestra algo fundamental contra un problema tan grave que destroza sociedades, la mejor respuesta es la colectiva.
Se gana construyendo alternativas positivas día a día, educando bien y creando redes de apoyo sólidas que protejan a los jóvenes, el reto es mantener ese esfuerzo constante para que el «no a las drogas» se convierta en una realidad de un futuro más sano para todos en Manzanillo.