Unificación monetaria: lo mejor para la economía en estas condiciones

Monedas, tasas de cambio, dualidad y unificación, crisis y soluciones… con esos conceptos a cuesta llegó un equipo del diario Granma hasta la sede del Ministerio de Economía y Planificación (MEP), institución donde se tejen las formas en que se aplica la política del Estado y el Gobierno en materia económica.

Nuestro objetivo era conversar con el doctor en Ciencias Económicas Lázaro Toirac Ayala, especialista con más de 50 años de experiencia que, en la actualidad, es jefe de la Dirección Central del Plan en el MEP y asesor del Ministro de esa cartera.

Lázaro Toirac Ayala. Foto: Ismael Batista Ramírez

Con él dialogamos sobre uno de los elementos claves en la actualización del modelo económico y social cubano: la transformación integral del Sistema de Dirección del Desarrollo, con la planificación como su elemento principal. Otros componentes son la regulación, la gestión del Estado y del Gobierno, y el control.

Según consta en la Conceptualización del modelo, documento emergido del 7mo. Congreso del pcc, el sistema de dirección vincula el Plan nacional de desarrollo económico y social, el Presupuesto del Estado y el equilibrio monetario y financiero, en correspondencia con las políticas Fiscal, Monetaria, Cambiaria, Crediticia, Salarial y de Precios.

– ¿Cuál es el rol del ordenamiento monetario en la actualización del modelo económico y social cubano?

–No podemos hablar de la actualización del modelo de dirección o de la «actualización del modelo», sin un ordenamiento monetario. ¿Por qué? Porque actualmente en la economía tenemos una gran distorsión, una gran brecha: hay dos tipos de cambios diferentes, uno para la población (1 CUC = 25 CUP = 1 dólar) y otro para la esfera empresarial (1 CUC = 1 CUP= 1 dólar).

«Y, precisamente, uno de los elementos que se reordena es que todos los agentes económicos (empresas estatales, cuentapropistas, las cooperativas, etc.) deben concurrir en igualdad de condiciones. En el caso de la empresa estatal, la transacción es de 1 x 1, pero cuando realiza un pago al sector no estatal, ese cuentapropista puede cambiar los pesos cubanos convertibles recibidos a 1 x 24. Es decir, hay dos circuitos que distorsionan el mercado.

«Otro ejemplo es cómo la situación actual estimula las importaciones. Si a usted la divisa le cuesta 1 CUP, no es lo mismo importar que recurrir a la economía interna. Por otro lado, la acción de exportar requiere un poco más de gestión y mayor actividad por parte del exportador, quien no tiene estimulación porque exporta y recibe un CUP por cada CUC. Y esa es otra gran distorsión.

«Todo esto significa que las señales que emite actualmente el mercado están equivocadas. Por eso es que hay más estímulos para importar, que para exportar».

–¿Cómo enfrentan otros países este tipo de procesos?

–En algunas naciones, al devaluar, sacan la cuenta de cuál va a ser el índice de precios y, en última instancia, los más aventajados, plantean: «va a crecer en tanto y estos serán los ingresos», pero por lo general dejan al sector de los empresarios para que decida en cuánto van a crecer los ingresos. Y ahí empiezan las luchas de los sindicatos con los empresarios, porque el día que se anuncia la devaluación de la moneda, empiezan a crecer los precios».

–¿Cómo será nuestra devaluación?

–Nosotros haremos una devaluación de magnitud y de manera integral. La devaluación conlleva un cambio en los precios, tanto de los mayoristas como de los minoristas, porque el producto importado costará más caro. Si obviamos esto o la otra parte, que son los ingresos de la población, la deformación sería enorme.

«Está concebida una reforma de precios, de salarios y una recomposición de las jubilaciones y de la asistencia social. Por lo tanto, las dimensiones de los precios y de los ingresos en la población serán otras.

«Hay que recomponer nuestro escenario. La reforma de salarios lleva implícito empezar a rectificar la famosa pirámide invertida mientras el trabajo recupera su valor, y el reordenamiento estimulará a que la economía funcione más eficientemente. Aunque repito: el ordenamiento monetario por sí solo no va a crear más riqueza».

–Hablemos del presupuesto del Estado…

–La distorsión con la dualidad monetaria ha conllevado a que el presupuesto sirviera como un elemento de equilibrio en la economía. Hay productos que ha tenido que subsidiar, y hay subsidios que han tenido que ver más con los productores.

«El proceso de ordenamiento monetario no quiere decir que el día cero comienza todo. Ese día amaneceremos con una nueva tasa de cambio, pero el resto de las transformaciones tendrán otros tiempos. Por ejemplo, las empresas tendrán que recomponer sus planes y crear condiciones para nuevas erogaciones, como los incrementos de salario.

«También es un proceso que se debe monitorear. Ante cualquier hecho innecesario, hay que tener agilidad para rectificarlo porque, aunque se ha tratado de concebirlo todo integralmente, eso no quiere decir que no pueda surgir algún inconveniente. La economía no es una ciencia exacta, es una ciencia social. Si fuese exacta, no habría crisis en el mundo, porque se presentaba un fenómeno, usted tomaba las medidas y ya».

–¿Qué ventajas y desventajas ofrece el uso de la planificación centralizada en Cuba para asumir el reto de la unificación?

–Cuba tiene una economía en la que parte de la gestión se encuentra centralizada. Para la situación que tenemos, eso es una fortaleza, porque en otro tipo de economía es complejo decir: «vamos a hacer una evaluación en el sistema empresarial y hay que incrementar los salarios y las jubilaciones».

«Nosotros nos hemos beneficiado de lo que tenemos. Ahora, mucho se habla de la planificación centralizada y creo que el concepto se ha distorsionado. Hay quienes abogan por menos centralización, porque se asocia planificación centralizada con la asignación centralizada de recursos. Esa es una percepción errónea.

«La planificación centralizada le da la posibilidad al Estado de conducir su economía. Yo diría más: tiene que ser más centralizada y democrática, es decir, que concurran con sus ideas todos los segmentos de la población, no solamente el sector empresarial.

«Se ha buscado el consenso a partir de la lógica económica. El Plan de cara a 2030 dice hacia dónde queremos ir, contiene el balance de los recursos, e incluye cuáles son los que nos van a dinamizar. Eso es la planificación.

«La base de la actualización del modelo es el sistema de dirección, que es el instrumento que tiene el Estado para conducir la economía, y puede haber diferentes enfoques, pero generalmente se reconoce la planificación como eje central.

«El ordenamiento monetario y cambiario conllevará a que el dinero recupere sus funciones y, en ese contexto, en el que tendrán más autonomía las empresas, tendrá que cambiar también la planificación. Así que estamos ante un proceso que será paulatino.

«El riesgo que enfrentaremos vale la pena, porque nuestro aparato productivo no tendrá distinciones por su forma de propiedad, lo que nos dejará en condiciones superiores para tener un desempeño mucho mejor».

–¿Cuál ha sido el papel de los economistas en el proceso de asesoramiento en este camino?

–La dirección del país le ha prestado atención a todas las sugerencias que se han planteado. Tenemos muchos compañeros con experiencia involucrados en esta tarea, y no me refiero solo a los de la administración central del Estado, sino a las universidades y los centros de investigación, que han desempeñado un gran papel. El trabajo ha sido colegiado.

–¿Cómo logrará preservarse la esencia humanista de la Revolución en un contexto de ajuste como este?

–En ningún momento Cuba ha recurrido a terapias de choque, ni siquiera en el periodo especial, cuando la economía en tres años decreció en un 35 %, lo que para cualquier nación habría sido una hecatombe. Ahora, con la COVID-19, tampoco ha sucedido. A ningún trabajador se le ha dejado desamparado.

«La otra cuestión es si este es el momento. Los daños del bloqueo en 2020 han sido los más elevados en 60 años. Han atacado todo aquello en lo que se imaginan que pueda existir una fuente de ingresos para el pueblo cubano.

«Pero el proceso de unificación creará las bases para que podamos desarrollarnos y para poner en orden todo nuestro entramado económico».

 – ¿En qué momento de la unificación estamos?

–En este momento se están cerrando capítulos. Se ha trabajado con integralidad y ha habido un ejercicio de simulación. A la nueva tasa de cambio no se llegará por capricho, sino por un proceso de validación. Y esto es lo mejor que podemos hacer por la economía en estas condiciones.