
Hoy, 8 de junio, Cuba celebra el Día del Jurista. Una fecha que, más allá del reconocimiento profesional, invita a reflexionar sobre el lugar del Derecho en la construcción y defensa del país.
Las palabras pronunciadas por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en el Primer Congreso del Partido Comunista en 1975 resuenan con una vigencia asombrosa casi medio siglo después: «Con el avance del perfeccionamiento de nuestro estado, el papel de los juristas está destinado a crecer. Necesitaremos más juristas mejor preparados y especializados en las diversas ramas del derecho».
Este reconocimiento explícito a la necesidad de una sólida ciencia y práctica jurídicas no fue un hecho aislado, fue la base que llevó, solo dos años después, en 1977, a la instauración oficial del 8 de junio como Día del Jurista Cubano. La fecha elegida no era casual: buscaba honrar la memoria de quienes, desde las primeras luchas independentistas, comprendieron que la ley y la justicia eran pilares inseparables de la soberanía.
Y al hablar de los orígenes, es imposible no remontarse al Padre de la Patria, Carlos Manuel de Céspedes, antes de alzarse en La Demajagua, Céspedes fue, precisamente, un jurista. En 1844, con apenas 25 años, abrió su bufete. Su ejercicio profesional, en una época colonial marcada por la desigualdad y la opresión, debió sembrar en él no solo el conocimiento de las leyes, sino también la profunda conciencia de su insuficiencia e injusticia frente al dominio español, este espacio sin duda fue donde se forjó la convicción de que la libertad de Cuba solo podría alcanzarse rompiendo las cadenas legales que la ataban a la metrópoli.
Desde el abogado Céspedes, que cambió la toga por el machete guiado por un ideal superior de justicia, hasta el llamado de Fidel en 1975 para profesionalizar y fortalecer el papel de los juristas en la Cuba revolucionaria, se percibe un hilo conductor: la comprensión de que el Derecho, lejos de ser un formalismo, es herramienta fundamental para organizar la sociedad y garantizar derechos.
Hoy, en 2025, aquella previsión de Fidel sobre la creciente importancia de los juristas se confirma. La complejidad de la sociedad contemporánea, las relaciones económicas, los desafíos tecnológicos y la propia evolución interna demandan un cuerpo jurídico cada vez más especializado, creativo y comprometido.
Celebrar este 8 de junio, es un recordatorio del legado de figuras como Céspedes, que entendió la ley como un instrumento al servicio de la libertad. Es la reafirmación de la vigencia de aquella visión estratégica de 1975. Y, sobre todo, es un llamado a los juristas de hoy a asumir, con la máxima preparación y ética, el desafío permanente de hacer del Derecho una guía para la justicia social y el desarrollo soberano de Cuba.