Manzanillo. Noviembre 14.- En el marco del Día Internacional del Diabético, Martha Gutiérrez, una anciana miembro activo de la Casa de Abuelos Celia Sánchez Manduley en Manzanillo, comparte su experiencia.
Antes de ingresar a esta institución, Martha desconocía por completo que vivía con una condición que cambiaría su vida. Fue durante los análisis médicos requeridos para su ingreso cuando los profesionales descubrieron que padecía de diabetes. Aquel diagnóstico, aunque inesperado, marcó el inicio de un nuevo cuidado sobre su salud.
Hoy, Martha puede afirmar con total seguridad que no se siente en riesgo ni desprotegida a causa de esta enfermedad. La clave reside en la estructura y el apoyo que reciben a diario. «Aquí las comidas se reparten con puntualidad, respetando los horarios esenciales para mantener estables los niveles de glucosa», explica. Esta disciplina alimenticia, supervisada por especialistas, es un pilar fundamental para su bienestar.
Además, contar con asistencia médica permanente dentro de la institución es un alivio inmenso. Cualquier duda, malestar o control rutinario se resuelve en el lugar, sin tener que depender de traslados o largas esperas. Esta proximidad con el personal de salud le da una tranquilidad invaluable, sabiendo que está siendo monitoreada y cuidada constantemente.
La actividad física es otro componente crucial en el manejo de su condición. A diario, Martha participa en el círculo de abuelos dirigido por el profesor Raulito, donde realizan ejercicios adaptados a sus capacidades.
Estas rutinas no solo ayudan a controlar la diabetes, sino que también mantienen su cuerpo ágil y su espíritu animado. Finalmente, la convivencia y el esparcimiento sano, como jugar juegos de mesa con los demás abuelos, completan un sistema de apoyo integral. Para Martha, la diabetes no define su vida, en la Casa de Abuelos, ha aprendido a convivir con ella rodeada de cuidado, amistad y alegría.