Yisbel apoyó en zona roja contra la COVID-19

Yisbel Ramírez Castillo es una de las primeras educadoras jóvenes de Manzanillo que brindó apoyo voluntario en uno de los centros de aislamiento del municipio //Foto Eliexer Pelaez Pacheco

Manzanillo. Septiembre 4.- Muchas son las historias que se pueden contar desde marzo del año pasado hasta hoy, sobre el apoyo que los jóvenes manzanilleros han brindado en este combate a la COVID-19 en el territorio.


Un sector que se ha destacado en la convocatoria de su fuerza juvenil para el trabajo voluntario en los centros de aislamientos es el de la educación. Una de sus miembros Yisbel Ramírez Castillo, trabajadora del círculo infantil Forjadores del futuro estuvo 15 días brindando apoyo en la escuela formadora de maestros Celia Sánchez Manduley.


«Fui de manera voluntaria porque me gusta colaborar con mi país. Es un orgullo ayudar a la Revolución y por eso respondí al llamado que me hicieron», dijo esta educadora que ya tiene cuatro años de experiencias en su labor.


Un apoyo fundamental que encontró Yisbel para asumir este reto lo fue sin dudas el de su familia. «Al principio ellos se asustaron muchísimo porque es una labor de riesgo, pero luego entendieron que no había por qué preocuparse mientras uno tomara todas las precauciones en el cumplimiento de las medidas establecidas para la protección de esta enfermedad.


Tuvimos mucha comunicación entre ellos y yo, nos llamábamos constantemente, nos hacíamos vídeos llamadas, yo les decía que todo está bien», dijo.


Aunque ya hace varios meses que ella participó en esta acción aún guarda en su memoria una experiencia que nunca olvidará. «Fue una vivencia muy bonita y a la vez triste porque esta enfermedad es muy mala, y es doloroso ver a los niños y ancianos contagiados. A pesar de esto fue una experiencia muy buena para mi labor y para mí en lo personal», señaló.


Como educadora ella confiesa que creció mucho porque «ayudar a las personas cuando lo necesitan en una situación tan difícil para ellos te hace pensar en lo hermoso que es brindar solidaridad».


Al hablar del miedo ella confesó que «sentí un poco al principio, pero luego desapareció pues estuve confiada siempre que no nos iba a suceder nada y que todo iba a estar bien».


Durante los 15 días que se mantuvo en la zona roja vivió además un tiempo de relación inolvidable con los pacientes que estaban allí. «Fue muy buena, yo llegaba al dormitorio les daba orientaciones sobre la limpieza, de los horarios de la alimentación, y ellos intercambiaban conmigo sus necesidades que trataba siempre de resolverlas».


Esas jornadas le sirvieron además para mantener una convicción que siempre tuvo, la de volver a prestar ayuda en esta área si la necesitan. «Sí porque fue una experiencia enriquecedora para mi trabajo, me gustó mucho ayudar».


Allí le impactaron varias vivencias pues al decir de ella misma «yo soy muy sentimental y me marcaron algunas cosas como por ejemplo, cuando yo subía a repartir los alimentos y al observar a los adultos mayores en esa condición me impresionaba mucho porque son personas muy vulnerables.


También al ver a los niños sentí mucha conmoción. Lo que más me impactó fue cuando le confirmaron a una señora su resultado del PCR positivo y ella comenzó a llorar delante de mí, esa imagen se me quedó grabada porque es un momento muy difícil», dijo.


Para ella es importante que los jóvenes se sumen a esta labor voluntaria porque «estamos viviendo momentos muy difíciles, que la Revolución necesita de nosotros», manifestó.


Experiencias como esta hay mucho que contar y las mostraremos para que se conozca como se combate también este virus en uno de los territorios más afectados de la provincia Granma. Por ahora sólo nos queda agradecer a estos valientes jóvenes que nos llenan de orgullo ante tal actitud.