A 59 años de aquel 1ro. de Enero

Por MSc. José Luis Alonso Lanza*

Hablar de Cuba en los medios es como asomarse a la ventana de un edificio, donde cada uno tiene su propia música. Por suerte a nuestros oídos, solamente tenemos dos melodías, aquella de los que siempre la defenderemos y esa de los que a pesar de haber nacido acá se suman quienes buscan con su discurso dar una ficticia imagen de Cuba.

Sin embargo, en Cuba la gente no ha perdido la capacidad de soñar en grande. Algo que se ha logrado gracias a la Revolución, a nuestro Comandante en Jefe Fidel, que a partir de aquel amanecer del 1ro de Enero del 1959, permitió que millones de cubanos de origen humilde llegaran a ser médicos, abogados o ingenieros, algo impensable antes del triunfo.

Somos un país que vive, ríe, llora, se enamora, ama, crea… algo contradictorio para un país bloqueado, apartado, del que algunos hablan y dicen mentiras. Y es que a los cubanos nos gusta bromear que vivimos con miles de problemas, pero pensamos con la seguridad de que serán resueltos. Una manera de decir que en Cuba la gente no ha perdido la capacidad de soñar en grande, para hacer en grande.

Y ya no es solo hablar del derecho de todo cubano, sin importar su opinión política, su credo religioso, el color de su piel, a ser beneficiado por los medios de atención de salud, recibir un costoso tratamiento, recibir un trasplante de órgano sin costo personal alguno; a educarse, lograr un título universitario, alcanzar una Maestría, un doctorado en ciencias.

Si vamos a hablar de los logros de la Revolución, tenemos que entrar al interior de esos grandes y principales logros de la Revolución: la salud y la educación, donde los sueños en grande se le han puesto cimientos y se han hecho realidad.

Si vamos a hablar de la educación en Cuba como un logro de la Revolución, tendríamos que hablar que todo esto ha sido gracias a una campaña de alfabetización, a sus mártires, a los maestros asesinados por cumplir la máxima del Apóstol: “Ser cultos para ser libres”; a una universalización de la enseñanza, un sistema educativo, necesario para el cambio social, una Revolución.

No es que se diga en Granma, en el Noticiero Nacional de TV, lo grite aquel o el otro. Es que los logros de la Revolución son distinguidos por organizaciones reconocidas de primer nivel, como por ejemplo, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), que sitúa a Cuba entre uno de los primeros 15 países que garantiza el buen desarrollo en general de todos los niños. Algo evidenciado por dos años de educación preprimaria gratis, licencia pagada para lactancia materna durante los primeros seis meses de vida y seis meses de permiso de maternidad remunerado.

Uno de los resultados más relevantes de la Revolución Cubana es sin duda la formación humana y el desarrollo profesional y científico, esbozada como política por el Comandante en Jefe Fidel Castro, que el 15 de enero de 1960, planteaba: “El futuro de nuestra Patria tiene que ser, necesariamente, un futuro de hombres de ciencia”.

En ese contexto se enmarca la creación en 1962 de la Comisión Nacional que tendría como objetivo estructurar la Academia de Ciencias de Cuba. En aquel momento se desarrollaron los primeros centros de investigación  tecnológica, para diversificar los derivados de la caña de azúcar, prospección y desarrollo de recursos minerales. Más adelante en 1960 se desarrolla el Centro Nacional de Investigaciones Científicas, y en la década del 70 el país impulsó las acciones en el campo de la electrónica y la computación, cuando se crearon o ampliaron un grupo de capacidades.

Aquello que empezó con la campaña de alfabetización, no se detuvo. A partir del año 81 se comenzaron a obtener experiencias y resultados positivos, algunos de ellos la creación del Frente Biológico, la producción de interferones y el desarrollo de la industria médico farmacéutica. Para 1986, ya se lograban nuevas vacunas contra la Meningitis Meningocóccica, se desarrollaron para el sistema de salud los sistemas ultramicroanaliticos (SUMA), surgió el policosanol conocido como PPG, la vacuna contra la hepatitis B y C.

Los conceptos de trabajo propuestos por nuestro Comandante en Jefe para impulsar y dar solución al desarrollo de los procesos biotecnológicos en el país, permitieron agrupar a los científicos de mayor prestigio. Ya para los años 90 surgía el Polo Científico del Oeste, la Escuela Latinoamericana de Medicina, donde estudian no solo los hijos de nuestra América india, sino hijos de África, y de los propios Estados Unidos de Norte América.

No es solo el hablar de que todo cubano tiene garantizado la educación y la atención médica, sino de todo los colaterales, donde tendríamos que hablar de las vacunas contra el cáncer de pulmón, los implantes cocleares, los nuevos tratamientos para el pie diabético, y ¿por qué no? de logros como la Operación Milagro, expandida por toda América del Sur o la Operación Barrio Adentro.

Es con orgullo decir, que a pesar del bloqueo, los cubanos pensamos con la seguridad de que siempre nuestros problemas serán resueltos.

*Profesor Asistente de la Universidad de La Habana

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