La mirada de Fito parecía perdida, como él cuando le rescataron de las calles manzanilleras, su piel mostraba los efectos de un andar errante y sin cuidados que manos jóvenes y almas sensibles transformaron.
Fito no sabe sus nombres, pero con el don ese que tiene el llamado mejor amigo del hombre de seguro agradece a los muchachos de la Asociación de Bienestar Animal de Manzanillo el disfrutar hoy de una familia, de las atenciones médicas recibidas y los mimos que nacen de su nuevo hogar.
Quizás la juventud de los seis manzanilleros que conforman la A. B. A. Manzanillo es la que les mueve, pero sin dudas prima la pasión por esos seres que sin hablar conquistan y superan en muchas ocasiones la capacidad humana de ser leales, de responder al cariño con afecto incondicional.
En la búsqueda de «fomentar en la población los valores éticos, el respeto, contribuir con la concientización de la tenencia responsable, que garantice la integridad física y mental de los animales en Manzanillo y Cuba, es en lo que nos centramos» plantea la presidenta de la Asociación, Aislin González Vázquez.
«Nuestro trabajo va enfocado a todos los animales, pero principalmente a los más necesitados, los callejeros. Contamos con el apoyo de muchas personas, y nos apoyamos para llevar a cabo las actividades de rescate, adopción, divulgación, concientización, alimentación, entre otras, todo siempre cumpliendo las medidas higiénicas que estén en vigor y cuidándonos de la terrible pandemia que nos ataca», afirma Lucía Beatriz Reyes García, estudiante de cuarto año de Medicina Veterinaria y Zootecnia.
Aquello que inició como un grupo de apasionados en Whatsapp se tornó en una ráfaga de esperanza que impulsa y promueve «mejorar el bienestar de todos los animales; hemos logrado que nuestro pueblo poco a poco vaya creando conciencia sobre el cuidado de estos, y como resultado hemos sido testigos de diversas adopciones que demuestran el gran corazón de los manzanilleros».
La virtud de la Asociación se extiende por toda la geografía de la ciudad del Golfo de Guacanayabo por medio de los colaboradores que hacen propio el sufrimiento de los animales desvalidos, y cuya voluntad traspasa las fronteras del confort para dar oportunidad a cada animal deambulante de formar parte de una familia.
Su convocatoria a través de las redes sociales es de los ejemplos más genuinos en favor de la vida, con elevadas dosis de susceptibilidad y compasión, para sumar a quienes como ellos aspiran a la armonía de un reino del cual todo los seres vivos somos entes importantes.
Se sustentan en la Ley de Bienestar Animal aprobada en Cuba este 2021, que constituye un paso de avance y «respuesta a la contundente preocupación de asociaciones, médicos y técnicos veterinarios, así como de protectores o animalistas, además de responder a los anhelos de muchos cubanos; en la medida que el Decreto-Ley regula deberes, reglas y principios que ponderan su salud y el cuidado responsable», comenta Alberto Fernando Nápoles Torres, veterinario, zootecnista y médico principal del proyecto.
«Hacia su cumplimiento vamos, significa el también profesor de la Facultad de Ciencias Agropecuarias en la Universidad de Granma-, y trasciende porque ponemos en práctica los preceptos de la Medicina Veterinaria de salvar a la humanidad, contribuyendo a la percepción del verdadero concepto de salud, ya que no existe una salud animal independiente a la humana, por el contrario, ambas están interconectadas, considerándose una sola».
Como reparadores de sueños andan, «fortaleciendo los lazos entre el medio ambiente, hombres y animales, realzando el valor que estos últimos tienen, mediante esta causa noble en la que hemos tenido muchos casos y cuyas historias hablan de carencias humanas, necesidades afectivas; pero también de sensibilidad y responsabilidad en quienes ayudan y adoptan, y que cambian la vida de animales y cuidadores», valora Viviana López, estudiante de Medicina Veterinaria.
Aunque apenas comienzan, y continuarán incorporando defensores de esta causa, se impone que las instituciones estatales abran las puertas y faciliten gestiones en pos del bienestar animal, como la disponibilidad de un local para crear un refugio y espacio de atención médica tanto para los callejeros, como los domésticos y de trabajo, carencia que hoy frena su desempeño.
En el quehacer de A. B. A. Manzanillo pervive la esencia que nos hace humanos, porque «decir animal es decir vida, y toda vida debe ser respetada, tal como asevera Lucía Beatriz Reyes. Ellos sienten placer, dolor, felicidad, miseria; están llenos de amor, gratitud, lealtad, confianza. Todos estos regalos los ponen en nuestras manos y son capaces de brindar fuerzas a un alma triste para seguir adelante».
Sumémonos entonces a la energía que irradia la Asociación para desterrar el dolor de rostros como el de Fito, y sembrar la gratitud y la alegría en los «peludos», pues «actuar en favor del bienestar animal es actuar en favor de toda la humanidad».