Manzanillo. Mayo 28.- El compromiso de los obreros del sector pesquero en Manzanillo con la importante tarea que desempeñan, y en particular, con la responsabilidad de proveer alimentos para el consumo nacional y para el ingreso de divisas a la economía cubana, sobrepasa las labores cotidianas de la industria.
Si bien se adecua a los requerimientos para alcanzar la eficiencia, parte del sentido de pertenencia con su entidad, con su puesto de trabajo, con el pueblo; que les mueve a adentrarse en el camino de la creación para hallar maneras de hacer bien y mejor en pos de la productividad de la Empresa Pesquera Industrial de Granma (EPIGRAN) Andrés Luján Vázquez.
“Existe una integración de todo el ámbito laboral, desde las esferas: administrativa, técnica, productiva, de pescadores en la industria; se evidencia un movimiento fuerte y generalizado, gracias a lo cual EPIGRAN no se para”. El resultado de las propuestas desde la innovación corrobora esta afirmación de Juan José Suárez Gamboa, especialista de ciencia, tecnología y medio ambiente en la unidad productiva.
Alrededor de los mil 200 trabajadores de esta, entre los que se incluyen los pesqueros de Niquero, se mantienen vinculados al hacer científico-técnico, orientados hacia la actividad fundamental: la captura de especies marinas y, en el otro orden, la elaboración de productos alimenticios.
Referidas a la primera, pueden mencionarse algunas de las 16 soluciones presentadas en su fórum científico de base, que ya reportan rendimientos a la empresa, como la adaptación del cabezal vertical del torno ruso IM95 a fresador universal, la elaboración y montaje de las puertas del área de congelación. También, la recuperación de maristas del conformado, de la máquina de piel y espina; la idea de machuelo eviscerado, entero y descamado listo para consumir.
Para conocer de su impacto, basta citar como ejemplo la reforma del paso y diámetro de las propelas que ya no se usan para emplearlas en otros navíos de menor porte; a decir de su autor, el ingeniero naval Leonardo Aldana Figueredo.
“Ya en la entidad hay seis embarcaciones grandes productoras con este tipo de modificación (cinco de ellas con dos años de trabajo), y esta última incorporada, con solo uno de explotación representa un impacto económico de un millón 168 mil pesos, y acumula en ese período más de 450 toneladas de especies”.
“Como en el país no se cuenta con las plantillas para producir ese tipo de hélice, tuvimos que acudir al cálculo y a través de una fórmula, crear una nueva que nos permitiera modificar el paso de la propela de barcos en desuso y adaptarla a los requerimientos de los actuales que tienen motores de menor caballaje y reductores de menos relación de trasmisión”.
Por la valía de la opción, asegura el ingeniero: “satisface saberse útil, pues es una ayuda más para la Revolución, a nuestra empresa, a los trabajadores para que puedan pescar y haya ingresos, para que esas embarcaciones no se queden paralizadas en puerto y salgan al mar a producir y así tributar a la economía del país”.
Tal como dice Virgen Batista, otra de las integrantes del colectivo de EPIGRAN, cada obra es importante en sí misma dentro del conjunto de una empresa que abarca faenas trascendentales como la captura, procesamiento y comercialización de los productos del mar. “A veces por un tornillo que no parece relevante el barco no puede salir a las labores de pesca o la máquina del picadillo no puede procesarlo”.
Y para dar solución desde la inventiva están también estos hombres y mujeres de esfuerzo diario, quienes desafían al cansancio para que su centro laboral cumpla con su deber social.
“Teniendo en cuenta que el cambio climático reduce la abundancia de las diferentes especies, comenta Juan José Suárez Gamboa- con este despliegue de investigaciones y soluciones desde los círculos de innovadores y racionalizadores, buscamos incorporar más beneficios para la población sobre la base de las capturas, o sea, los conformados que se expenden en la red de pescaderías: mortadelas, masa de hamburguesa y varios tipos de picadillo, por medio de lo cual se busca el valor agregado”.
Las féminas del colectivo se unen al reto, no en vano es su seno fuente de heroínas del trabajo de la República de Cuba: Salvadora López Rivera y María Arsenia Ortega García, guiadas por el ejemplo de Sara Rosales Alarcón la más veterana de las heroínas con 22 años de haber alcanzado este mérito. Y suman al quehacer otra arista que las distingue, dotes de cocineras, con lo cual dan exquisitez a las ofertas de su empresa.
En las palabras de María Arsenia, la unificación de sus criterios. “Nos gusta utilizar estos productos que elaboramos y que son de poca demanda entre la gente porque desconocen la riqueza de su masa, como el filete de tiburón, raya, el picadillo de machuelo. Somos mujeres de trabajo, que a veces se extiende hasta 14 horas, e igual hacemos el esfuerzo y nos sumamos a la creación”.
Ellas incentivan al movimiento de Mujeres creadoras del Combinado Andrés Luján Vázquez, donde otras como Lina Ramírez despunta por su sazón, capaz de elaborar hasta 10 platillos a base de dos productos: camarón y picadillo de machuelo. Apetecibles desde varios sentidos: visión, olfato, tacto, y el paladar.
“Budín de pescado, canciller, croquetas y albóndigas de picadillo, camarón rebosado, con queso, entero, sin cabeza, todas se hacen con poco gasto de recursos y abundante amor, y son muestra de la variedad que podemos poner en nuestras mesas con una pizca de interés y deseo”, comenta la vanguardia nacional por 17 años y actualmente vanguardia del centro.
Con una amplia gama de iniciativas obreras, este colectivo innova, crea, transforma en virtud de utilidades, de eficiencia y productividad, de hacer más próximas las riquezas del mar a la mesa cubana, y acentúa su relevancia como fuente de ingreso para la economía de la nación.