La recién y rápida visita (solo 24 horas) del mandatario chino, Xi Jimping a Panamá, dio como resultados un aumento a la casi veintena de acuerdos anteriormente firmados por ambas naciones, de otros 19 memorándum y convenios.
Los múltiples intentos de sectores nacionalistas estimulados por Estados Unidos por bloquear el acelerado avance de las casi estrenadas relaciones de año y medio, chocaron con acciones económicas, que en las ramas del comercio e inversiones empiezan a enrumbar frutos a mediano y corto plazos.
Los pronunciamientos escritos y orales del presidente asiático durante la visita se enfilaron en crear un clima de confianza mutua, bajo su filosofía de ganar-ganar y neutralizar así los discursos nacionalistas anti chinos catalizados por las cizañas del estadounidense Michael Pompeo, secretario de Estado.
En sus ataques contra China, que continúan a pesar de la tregua acordada en Argentina en el marco de la reunión del G-20, Pompeo no dudó en venir a Panamá sorpresivamente en octubre pasado para “advertir” al gobierno istmeño sobre cómo actuar con China.
“Recordarle a la región entera, que cuando China llama no siempre es para el bien de los ciudadanos de estos países”, dijo a los periodistas que le acompañaron sobre las conversaciones sostenidas con el presidente panameño Juan Carlos Varela.
En un reciente encuentro con la prensa, la canciller istmeña Isabel de Saint Malo, consideró que Pompeo “no dio una advertencia” a Varela sobre sus relaciones con China, sino que “se emitieron opiniones basadas en su experiencia”, y ratificó que Panamá es soberano y se respetan sus relaciones bilaterales.
Aunque los anfitriones se vieron más ocupados en ofrecer al visitante un clima similar al recibido por el mandatario centroamericano en Beijing que en el propio contenido, no pasaron inadvertidos a los analistas nacionales los mensajes de Xi dirigidos al pueblo panameño, incluso antes de su arribo.
A diferencia del discurso oficial local que insiste en su propaganda el valor monetario de las obras, el líder asiático utilizó los recursos de la histórica relación cultural entre ambos pueblos por las emigraciones chinas que comenzaron hace 160 años y el bienestar social, con veladas menciones al tema económico.
En un artículo de su autoría publicado en el diario La Estrella antes de su llegada, resaltó como aquella comunidad asiática se insertó en la sociedad panameña, e incluso citó la solidaridad del pueblo chino en la lucha de los istmeños en los años 60 del siglo pasado por recuperar la soberanía de la ruta fluvial.
“A muchos chinos, como también es el caso mío, no nos resulta desconocido su país sin haber pisado esa tierra, pues disfruta de fama mundial por el Canal de Panamá, el café geisha y las ricas frutas tropicales como el banano”, escribió el mandatario.
En una declaración conjunta antes de finalizar la visita, ambos presidentes calificaron de “fuerte despegue” la cooperación bilateral en múltiples campos y afirmaron que se fortalecieron las bases de la relación diplomática entre los dos países, basadas en respeto mutuo, transparencia y el espíritu de ganar-ganar.
La presencia de empresas de esa nación asiática antecede a las relaciones diplomáticas, pues las naves chinas ocupan el segundo lugar entre los clientes del canal interoceánico y en la caribeña Zona Libre de Colón resultan los primeros proveedores.
En materia de inversiones, construyen un puerto en la entrada atlántica de la vía fluvial, ganaron la licitación para ejecutar el cuarto puente sobre esa ruta, que soportará, además, una línea del metro capitalino, y realizaron el estudio de factibilidad de un tren entre esta ciudad y la frontera con Costa Rica.
Para el analista Julio Yau, panameño descendiente de chinos, la presencia del país de sus ancestros rompe la bilateralidad exclusiva que durante más de un siglo mantuvo Estados Unidos, porque hay otro actor en el Istmo: para algunos, esta es la mayor preocupación de la potencia del norte y la génesis de su agresividad contra la presencia asiática en Latinoamérica.
(Con información de Prensa Latina)