A más de un centenario de su nacimiento, Blas Roca continúa siendo parte inseparable de la idiosincrasia y las tradiciones patrióticas de los manzanilleros y manzanilleras. Unos por el extenso paso por la vida llegaron a conocerle, otros como yo, solo aprendimos desde pequeños que fue, es y será siempre la más importante bandera del movimiento proletario cubano.
No por conocerle mediante instantáneas y relatos, esos que buscan refugio en los museos de Historia, o en el de Luchas Obreras, le encontramos ajeno y distante de nuestra realidad y de los principios bajo los cuales nos hemos forjado, muchos incluso como militantes de la Unión de Jóvenes Comunistas, como para demostrar que, aunque el escenario político social es otro, la estirpe de defender nuestro socialismo y la igualdad entre todos nos llega de su tiempo.
Su participación en las acciones para desacreditar y hundir a la tiranía de Gerardo Machado constituye la más notable página de este militante comunista que en la década del 30 puso muy en alto los ideales de la clase obrera y mostró su capacidad para dirigir a las masas, especialmente cuando fue nombrado Secretario General del Partido Comunista de Cuba.
Hoy no solo le rendimos homenaje llamando con su nombre a la Universidad Pedagógica donde se han formado decenas de generaciones, guiados por el precepto de que se es buen maestro cuando se lleva dentro el deseo insaciable de hacer Revolución y defender a la Patria, ante la injerencia de cualquier enemigo, mas también se le recuerda en cada acción y estrategia sindicalista, como símbolo de disciplina y constancia.
No en vano el Comandante en Jefe Fidel Castro dejó claro al desaparecer físicamente Blas, que dejaba de existir un hombre excepcional, de singulares virtudes y extraordinario talento.
Su ejemplaridad, carácter humilde y destreza para conducir a los que le rodeaban, le permitirán latir siempre en el corazón de los cubanos, particularmente en el de los manzanilleros, hermanados por la patria chica que nos vio nacer y seguros de que la realidad actual es otra y mejor, gracias a la acción de hombres como él.