Café para cantar ¡Ay! Mamá Inés

Ilianne Espinosa Benítez ofrece a los vecinos el rico café de la emblemática 1906

Para saborear un sorbo de café y cumplir con el ritual de los amaneceres Ramón Licea y Pablo Guerra sólo caminan unos metros hasta el punto de venta que la Cafetería 1906 ubicó en la parte alta de Manzanillo.

A través de la mascarilla se escurre el aroma del trago amargo que la joven dependienta Ilianné Espinosa Benítez cuela cada mañana para satisfacer al paladar de los amantes de esta bebida.

«Es un sabor único el del café y, aunque uno lo haga en casa en algún momento del día, siempre vengo tempranito para tomarme el carretero que en esta esquina se vende; y créame que está exquisito, creo que somos muchos los que agradecemos la idea de traer hasta aquí este servicio», comenta Pablo antes de tomarse la segunda ración del día.

Pablo espera por su segundo trago de café elaborado y vendido en el punto de venta del Reparto Gutiérrez// Foto Denia Fleitas Rosales

«Es cierto, muchos son los que elogian que hace tres meses se habilitara esta opción de un punto de venta, que inicialmente estaba en el Taíno y ahora se ubica en calle Yara esquina Aguilera, en el Reparto Gutiérrez», dice la muchacha de 31 años de edad que integra hace tres años el colectivo de la emblemática unidad gastronómica 1906.

Como alternativa de comercialización ante la situación epidemiológica en Manzanillo, desde la cafetería se tomó la decisión de llevar a los centros laborales y barrios esta bebida, en función de ello se desplazan dos trabajadoras por los diversos espacios del centro de la ciudad y otras dos cumplen la misión en el barrio Miraflores, de Las Novillas, y en el consejo popular cinco.

«Tengo muchos clientes que ya son fijos, y aunque me levanto a las cinco cada día para hacer el café y ya estoy en el punto a las seis, muchas veces me tocan a la puerta de la casa aquellos que tienen que irse más temprano para sus trabajos».

Los clientes traen sus recipientes para saborear el carretero de Ilianné // Foto Denia Fleitas Rosales

«Es para llevar, y ya se han acostumbrado a traer sus recipientes, el que pasa llega y se toma su café con su vaso, y exijo el cumplimiento de las medidas del nasobuco y el distanciamiento; además tengo un pomo con hipoclorito para mi constante lavado de las manos, porque hay que precaver para no lamentar».

«Generalmente ante las 11 de la mañana ya he vendido dos termos de café, y supero la norma de 110 raciones de 45 mililitros cada una».

La sombra del mamoncillo y el apoyo de Jorge Manuel Vargas Peña, conocido como El Vecino, son útiles a la joven, quien reconoce que «él me ayuda con el traslado de la mesa y la silla, higieniza el lugar, y siempre está todo limpiecito; y aquí ya identifican que represento al 1906».

El primer termo de dos litros de capacidad no llega a las 8.00 de la mañana// Foto Denia Fleitas Rosales

Carlos Cisneros Gil, administrador de la Cafetería 1906, reconoce que es esta una opción que llegó y podría quedarse por la utilidad que tiene para los habitantes de estas zonas y para que la unidad alcance las metas económicas pactadas para cada mes.

«Su repercusión económica es favorable para la unidad, que tiene un plan ambicioso que sobrepasa los 675 mil pesos mensuales, y estos puntos donde se venden diario entre 300 y 500 pesos contribuyen a tales propósitos».

Por lo pronto, Ilianné Espinosa prosigue siendo sorprendida por los primeros rayos del sol en la intersección de las calles Yara y Aguilera, y el aroma y sabor de su café atrae cada vez a más manzanilleros, jóvenes o viejos, y de cualquier color, para honrar al tango congo de Eliseo Grenet, ¡Ay! Mamá Inés.