California pasó a ser la primera entidad regional de Estados Unidos en registrar dos millones de casos del nuevo coronavirus, sólo 44 días después de arribar al millón el 11 de noviembre.
El primer caso de COVID-19 en el territorio californiano se confirmó el 25 de enero, y se necesitaron entonces 292 días para llegar al millón de infecciones el 11 de noviembre.
Según el conteo de la Universidad John Hopkins, California tiene dos millones diez mil 157 de casos, mientras que ha sufrido más de 23 mil decesos por la enfermedad.
El martes, el gobernador Gavin Newsom anunció que el estado está distribuyendo cinco mil bolsas para cadáveres y 60 remolques refrigerados, para usarlos como morgues improvisadas, en las áreas más afectadas en Los Ángeles y San Diego.
Más de 18 mil personas están hospitalizadas y muchas de las unidades de cuidados intensivos están al tope en su capacidad y los recursos médicos se están agotando.
Los hospitales en California, y en otros lugares, ya están al borde del abismo, han contratado personal adicional, han cancelado cirugías electivas y han instalado carpas al aire libre para tratar a los pacientes, todo para aumentar la capacidad antes de que los casos aumenten durante la Navidad y el Año Nuevo en las próximas semanas.
Al principio, California fue un ejemplo por su gestión y bajos números de casos y muertes, pero se ha convertido en el epicentro mundial de la crisis sanitaria por varios motivos.
Entre las causas de ese retroceso, algunos expertos señalan que pese a que durante el verano el número de casos disminuyó notablemente, los contagios en zonas rurales del estado se mantuvieron o crecieron, sin que las autoridades sanitarias prestaran a suficiente atención a ese hecho, que hoy les pasa factura.
Otra de las circunstancias que ha desempeñado un papel relevante en el crecimiento del número de casos y muertes por COVID-19 en California fue la baja revisión de las protecciones de trabajo en lugares con trabajadores “esenciales”, como supermercados o plantas de alimentos.
Además, la falta de un alivio económico potente para las comunidades más pobres también ha sido uno de los factores principales de que la pandemia haya impactado fuertemente en California, uno de los estados más caros para vivir en la nación norteña, principalmente en términos de costes de transporte y alojamiento.
Por último, la crisis sanitaria se agravó por las reuniones sociales durante la festividad del Día de Acción de Gracias, el 26 de noviembre, cuando millones de personas desoyeron las súplicas de funcionarios y expertos de No viajar, mantener el distanciamiento social y limitar la celebración al núcleo familiar.
California ha visto precisamente su número de casos subir exponencialmente en semanas recientes, alimentado en su mayoría por las personas que ignoraron las advertencias.
Y ahora la situación se repite, pues a pesar de las recomendaciones de que se queden en casa, millones de estadounidenses viajaron antes de Navidad y Año Nuevo.
En el caso de California, su sistema de salud podría colapsar en cuestión de semanas si la gente ignora el distanciamiento social durante las fiestas de fin de año, según advirtieron las autoridades sanitarias.
Los directivos de los principales sistemas hospitalarios del estado ya alertaron que su personal está cada vez más agotado, a menudo cargado con deberes fuera de sus tareas habituales, y atiende a pacientes de COVID-19 en pasillos y salas de conferencias.
El escenario californiano y sus cifras escalofriantes en torno a la COVID-19 forman parte también de los No menos trágicos números de contagios y decesos que se presentan en los Estados Unidos.
La nación norteña totaliza más de 18 coma cuatro millones de infectados y 326 mil 259 muertes desde el inicio de la epidemia, mientras que los reportes de las últimas 24 horas señalaron que al menos 119 mil personas se encuentran hospitalizadas, según los últimos datos del recuento independiente de la Universidad Johns Hopkins.