La primera hora del 28 de julio de 2019 sorprende a Caracas inundada de música y de luces. Hay ambiente de fiesta en la Ciudad que hace tres días cumplió 452 años y a lo lejos se sienten las tradicionales explosiones de las celebraciones familiares. Felicidades mi Comandante, se escucha gritar a la misma hora en muchas partes.
Venezolana de Televisión marca el cambio de día con una breve reseña de la vida de Hugo Chávez, el arañero de Barinas, el cadete de inquietudes políticas, el deportista que eligió ser soldado, el líder de la rebelión de febrero de 1992, el hombre que cambió la historia de su país e incidió notablemente en la transformación política del continente y en la geopolítica universal durante las dos primeras décadas del siglo XXI, incluso después de su partida física.
El apagón del pasado lunes apenas es un mal recuerdo en la ciudad de los techos rojos, sobrenombre de aquella que primero se llamó Santiago de León de Caracas y que hoy no sólo es la Capital de Venezuela, sino de la izquierda mundial, que ha venido a rendir tributo al más apasionado seguidor del ideal bolivariano, durante 4 dias de reflexión crítica y autocrítica sobre actualidad y destino de la lucha social.
No hay apagón, ni señales de rendición en el pueblo brutalmente golpeado por los bloqueos y robos financieros del gobierno estadounidense. A simple vista, la intensidad del tránsito automovilístico y peatonal, visiblemente disminuidos en meses anteriores, ha vuelto a la «normalidad» con sus embotellamientos y sus tranques. Pero el peligro no ha pasado.
La Asamblea Nacional en desacato sigue jugando a vender al país y recién aprobó, sin autoridad para ello, el reingreso al TIAR, la desmoralizada fuerza militar hemisférica que se puso del lado del invasor cuando la Guerra de las Malvinas.
Más claro ni el agua: el autoproclamado y su pandilla quieren la intervención que la administración Trump sigue manteniendo entre las opciones para poner a su títere al mando.
Ya el Tribunal Supremo declaró nula la decisión, pero el estado bolivariano y chavista no baja la guardia. En vísperas de la celebración de los 65 de Chávez, Nicolás Maduro ha hablado en al menos dos actos militares en los que advirtió sobre la gravedad de los pasos de la oposición subordinada a Washington. Y una mayor presencia de uniformados, particularmente milicianos, hablan de movilización militar y popular.
Por eso tiene tanto valor que la XXV reunión del Foro de Sao Paulo se haya realizado aquí, en la misma ciudad y apenas horas después del cierre de la reunión de cancilleres del Movimiento No Alineado, que respaldó sin dudar al legítimo gobierno venezolano.
Aunque la derecha continental (Marco Rubio mediante) ha especulado y difamado el encuentro con las peores calumnias -prueba de su impacto e importancia-, las jornadas de esta edición del Foro pueden calificarse de muy exitosas, incluso históricas, aun antes de ser clausuradas.
Más de 400 delegados de 120 partidos progresistas y movimientos sociales de los cinco continentes, han discutido abierta y públicamente sobre las complejidades del momento actual, cuando parece haberse detenido el ciclo favorable a la izquierda que cambió el mapa político a comienzos del nuevo siglo y dejan un mensaje importante a sus adversarios: no van a aceptar de brazos cruzados que la ola conservadora se instale impunemente, borrando conquistas y avances de los pueblos.
La solidaridad ha vuelto al corazón de la izquierda. Venezuela, Cuba, Nicaragua, Bolivia, no están solas. Los líderes progresistas no pueden seguir siendo juzgados y condenados sin causa, sólo para sacarlos del juego electoral. Libertad para Lula, fin del asedio a Cristina, a Correa, respeto a la vida de los guerrilleros que dejaron las armas y al proceso de paz.
El cumpleaños 65 de Hugo Chávez no es sólo fiesta, aunque también lo es. En las vísperas y refiriéndose al intento de devolver Venezuela al TIAR, Maduro denunciaba: «Como si Venezuela no tuviera quién la defienda».
Que la izquierda del mundo ahora, y la semana anterior los No Alineados, hayan venido hasta Caracas a respaldar esa posición soberana, es un hecho inseparable de la historia más reciente. No hay mejor prueba de que Chávez vive. Y su patria sigue.
Santo Hugo Chávez del 23
A los pies del Cuartel de la Montaña, en una concurrida esquina de la parroquia 23 de enero, se levanta la humilde capilla a la memoria de Santo Hugo Chávez del 23. Banderas, fotos y grafitis de parroquianos y visitantes, marcan la inmortalidad del Comandante Supremo, como llaman los chavistas a su líder.
“Lo fuimos a rescatar y lo llevamos hasta Miraflores”
Elizabeth Torres, guardiana voluntaria de la capillita popular: “Como sabemos muchas personas, mi Comandante cuando se levantaba en el palacio de Miraflores y salía hacia el balcón a tomarse su tacita de café mirando para acá, para el Cuartel de la Montaña.
“Mi Comandante siempre estuvo enamorado de este cuartel que se encuentra aquí en la parroquia 23 de enero, y aparte de eso, siempre supo que la Parroquia es combativa, totalmente revolucionaria, entonces siempre tuvo contacto con su pueblo, el mismo que bajó a rescatarlo cuando el golpe…
“Lo fuimos a rescatar y lo llevamos hasta Miraflores. Y también estábamos con mi Comandante en su último cierre de campaña, que fue apoteósico y que se llenaron todas las avenidas de rojo rojito…”