Mientras el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, promete levantar muros al sur del Río Bravo y poner en práctica eso de que Washington “no está para hacer viables a otras naciones”, el gobierno chino apuesta a construir “puentes” con América Latina. Hoy, de hecho, divulgó un exhaustivo documento en el que subraya su intención de crear “nuevas” relaciones con la región y el Caribe y define su estrategia política, económica y comercial con esta parte del mundo, justo al fin de la gira del presidente Xi Jinping por Ecuador, Perú y Chile.
Se trata del segundo documento político, una especie de hoja de ruta de las relaciones entre el gigante asiático y Latinoamérica y el Caribe, que China elabora al respecto, después del primero, que data de 2008, según publica la agencia oficial Xinhua.
En él asegura que la segunda economía mundial está “comprometida con construir una nueva relación con Latinoamérica y el Caribe basada en la sinceridad y la confianza mutua en el campo político; las ganancias recíprocas en el campo económico; la cooperación cultural; y la coordinación en asuntos internacionales”.
Así, enfatiza, se podrá lograr un “nuevo nivel” en las relaciones entre ambas partes, que asegura que “no van dirigidas o excluyen a ninguna tercera parte”, en alusión indirecta a Estados Unidos, cuyo presidente electo ha anunciado que sacará a su país del acuerdo de libre comercio TPP.
Ante la aparente retirada de Estados Unidos del TPP (Acuerdo Transpacífico, que incluye a doce naciones de la cuenca pacífica y excluye a China), el gigante asiático no ha tardado en postularse como impulsor de libre comercio en Asia-Pacífico con propuestas alternativas.
De este modo, el documento incide en que va a promover el comercio de productos y bienes especializados -en consonancia con las demandas de países latinoamericanos de desviar el foco de las materias primas-, y destaca su interés en sacar adelante nuevos acuerdos de libre comercio.
Beijing respalda dos grandes iniciativas comerciales para Asia-Pacífico: la Asociación Económica Regional Integral (RCEP), una zona de libre comercio de los diez países de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) con Australia, Corea del Sur, India, Japón y Nueva Zelanda, además de China.
Y la creación de una zona de libre comercio en Asia-Pacífico (FTAAP) que integre a las 21 economías del Foro de Cooperación Asia-Pacífico (APEC), con EEUU y China incluidos.
Asimismo, habla de impulsar la inversión en el sector industrial (para aumentar la capacidad de producción en esa región) y financiero -cita en concreto préstamos especiales para la construcción de infraestructura-, así como reforzar la cooperación en energía, agricultura, ciencia y tecnología.
Un modelo de cooperación que iría más en línea con lo solicitado por algunos países latinoamericanos (con China como el primer o segundo socio comercial de la mayoría de ellos), pero que también dedica atención a aspectos de las relaciones políticas (como intercambios entre partidos), culturales (expansión de Institutos Confucio) o judiciales (extradiciones o ciberseguridad).
Además, apuesta por incrementar la coordinación entre China y Latinoamérica/Caribe en asuntos internacionales, en el marco de la ONU y otros organismos y en la lucha contra el cambio climático, promoviendo la implementación del acuerdo de París.
(Con información de EFE)