MEDIA LUNA, Granma.–Símbolo de resistencia, voluntad y fe inquebrantable en la victoria, el histórico reencuentro de Fidel y Raúl en Cinco Palmas, acaecido el 18 de diciembre de 1956, fue recordado hoy por cubanos de varias generaciones, en el mismo paraje intrincado de la sierra, donde hace 65 años se estremecieran los cimientos de la nación con una frase profética.
En la rememoración, devenida acto de reafirmación revolucionaria y muestra fehaciente de la unidad del pueblo cubano, se resaltó con canciones y arengas el espíritu inquebrantable de aquel puñado de hombres que a pesar de los obstáculos no renunció a su propósito de conquistar la libertad definitiva de la Patria ultrajada.
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La estudiante de la Enseñanza Media Katia Guerra Alarcón, expresó, que la mejor manera de ser consecuentes con ese legado inspirador es defender las conquistas alcanzadas por la Revolución desde el aula, el surco, la cultura o cualquier otra actividad.
También, la ocasión fue propicia para la entrega de carnés a nuevos militantes del Partido Comunista de Cuba (PCC) y de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC).
Al pronunciar las palabras de clausura Reynaldo Fernández Rivero, primer secretario de la UJC en Granma, ratificó el compromiso de las nuevas generaciones con la continuidad histórica y convocó a los más bisoños a afianzar la convicción plena de que ante cada revés no existe otra alternativa que levantar gigantescas victorias.
Presidido por Wilver Jerez Milanés, miembro del Buró provincial del Partido en Granma, y Yanetsy Terry Gutiérrez, vicegobernadora de la provincia, en el acto político-cultural estuvieron presentes, además, 65 jóvenes profesores del territorio, quienes junto a diez pioneros destacados realizaron desde el pasado día 16 una caminata desde Alegría de Pío hasta Cinco Palmas, en homenaje a los educadores de Cuba, y al 65 aniversario del reencuentro de Fidel y Raúl en ese paraje de la sierra.
Decididos a ser libre o mártires los 82 expedicionarios del Yate Granma arribaron a las costas cubanas el 2 de diciembre de 1956, y solo tres días después recibieron su bautismo de fuego en Alegría de Pío, hecho que provocó la dispersión de la naciente tropa.
Luego de aquel revés y tras 11 fatigosas jornadas de andar entre montes y cañaverales, Fidel y dos compañeros llegaron a la finca El Salvador, del campesino Ramón (Mongo) Pérez, el 16 de diciembre de 1956. El grupo de Raúl lo hizo dos días más tarde. Al reencontrarse se produjo el abrazo entrañable entre los dos hermanos y el diálogo histórico:
— ¿Cuántos fusiles traes? —preguntó Fidel a Raúl.
—Cinco.
— ¡Y dos que tengo yo, siete! ¡Ahora sí ganamos la guerra!