Manzanillo, Granma.- Hoy Fidel renace invicto por 96 ocasiones; el día lo hace fértil en el corazón de la Isla rebelde e independiente, de hombres y mujeres que sostienen firmes, la continuidad.
Este y todos los días es la distinción de un cubano que desestimó la cuna vestida en oro y no dejó morir las ideas del Apóstol en el año de su centenario; que asaltó los muros del oprobio; rompió olas en el yate de la libertad; agigantó su estatura entre lomas, arroyos y el canto de los tocororos y entró vencedor en la historia de la Patria en el Enero hermoso y palpitante.
Hablar de Fidel es hacerlo del hombre sin tacha y sin miedo, de la dignidad, la virtud, el coraje y la gallardía de quien plantó al enemigo más poderoso del mundo el valor de la moral, la ética y los principios, el decoro de no claudicar nunca, de no bajar la cabeza por muy grandes que fueran los obstáculos del camino.
Mencionar su nombre es referencia primera de humanismo, solidaridad, independencia, soberanía, autodeterminación y respeto no solo de su pueblo, también de millones de personas para las que el Comandante cubano fue luz de esperanza, sonrisa y vida.
La talla es tan incalculable que impresionó hasta los enemigos con ejemplos luego del 26 de julio en el que un contrario, al apresarlo, expresó que las ideas no se mataban o cuando un servil imperialista lo tuvo en la mirilla y le faltó lo que a Fidel le sobraba y no pudo disparar porque sabía que el hombre hace mucho tiempo estaba absuelto por la historia.
El Comandante en Jefe es presencia constante hacia donde quiera que se vuelva la vista; pueblo comprometido con la calificación de ser contrafuerte de la Sierra Maestra, y donde al decir del Gigante Eterno nació la única Revolución cubana con el grito libertario de Carlos Manuel de Céspedes en La Demajagua, el 10 de octubre de 1868.
“Yo siento un gran placer cada vez que me puedo dar un abrazo con este pueblo de Manzanillo, una de las zonas más heroicas y guerrilleras que existe en Cuba”, dijo Fidel.
Esas palabras son hoy, y para siempre, talismán, luz y desafío en el corazón y el alma de cada hijo de esta tierra.
(Por Roberto Mesa Matos)