La municipalidad, con una población de alrededor de seis mil habitantes, implementó el Yo, sí puedo en 2011 y luego de cinco años cumplió con su objetivo de alfabetizar a quienes lo habían demandado en relevamientos previos.
A esta celebración, según explicaron las autoridades municipales, asistirá el embajador cubano en Argentina, Orestes Pérez, a quien se le otorgará una mención como ciudadano ilustre.
Para llegar a estar en condiciones óptimas, según las tasas indicadoras establecidas por la Unesco, a nivel mundial hay que alcanzar el cuatro por ciento por país y, a nivel nacional, el 1,9 por ciento por ciudad.
Feliz por este logro, la intendenta de Juárez Celman, Miriam Prunotto, declaró que se realizó a través de captaciones de los analfabetos en la ciudad. Fuimos a la vivienda de cada uno de ellos y a través de un vídeo y libros que nos da el programa les enseñamos a leer y escribir y las cuatro operaciones básicas de matemáticas.
Los índices de analfabetismo eran altos en esa zona. Llegamos a un 1,2 por ciento, dijo, por eso vamos a continuar con el programa, que no solo ha permitido aprender, sino una inclusión social bastante fuerte.
La misión educativa, que se realiza a través de la comisión integrada por la Fundación Un Mundo Mejor Es Posible y el Instituto Latinoamericano y Caribeño de la Cátedra Unesco en Ciencias de la Educación, se implementó por medio de clases grabadas.
Fueron en total casi 100 egresados, algunos de ellos personas de avanzada edad, que concluyeron sus estudios con un examen final en el que elaboraron una carta de escritura propia.
La iniciativa pedagógica favoreció a personas de los barrios Juárez Celman, Villa Los Llanos, Ciudad de los Niños, Almirante Brown, Villa Pastora, Parque Norte, 1 de Agosto, y contó con la participación de 37 facilitadores voluntarios.
El método cubano Yo, Sí puedo echó a andar en 2002 y ha beneficiado a más de ocho millones de personas en países como Bolivia, Venezuela, México, Colombia y más allá como Nigeria, Sudáfrica y Mozambique.
En Argentina ha enseñado a leer y a escribir a personas de lugares tan distantes como Concordia, en Entre Ríos, o en la comunidad Mocoví Com Caia, en Santa Fe.
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