La raíz de la Revolución Cubana está en el Partido, desde que en 1892, José Martí fundara el Partido Revolucionario Cubano (PRC), para desarrollar las concepciones políticas y estratégicas, organizar la guerra y crear la nueva República.
“El Partido Revolucionario Cubano se constituye para lograr con los esfuerzos reunidos de todos los hombres de buena voluntad, la independencia absoluta de la isla de Cuba, y fomentar y auxiliar la de Puerto Rico”.
En las Bases del PRC, José Martí proyecta, “…fundar un pueblo nuevo y de sincera democracia, capaz de vencer los peligros de la libertad en una sociedad compuesta para la esclavitud; salvar al país de los peligros internos o externos que lo amenacen y sustituir el desorden económico por un sistema de hacienda pública que permita la actividad diversa de sus habitantes”.
José Martí logra un movimiento de unidad, sin precedentes en la historia de Cuba, como significara el Comandante en Jefe Fidel Castro, en el Informe Central al Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC).
Intervención de Fidel Castro en el Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba, celebrado en diciembre de 1975. Foto:
Archivo/ Granma
“Ese Partido, unió a los gloriosos veteranos de la Guerra de los Diez Años, simbolizados por Gómez y Maceo, con las nuevas generaciones de campesinos, obreros, artesanos e intelectuales, para llevar a cabo la Revolución en Cuba”.
José Martí nos lega también el fundamento moral de la Revolución, al decir de Fidel.
“De él, habíamos recibido, por encima de todo, los principios éticos sin los cuales no puede siquiera concebirse una revolución. De él, recibimos igualmente su inspirador patriotismo, y un concepto tan alto del honor y la dignidad humana, como nadie en el mundo podría habernos enseñado”.
Con los antecedentes del Partido Revolucionario Cubano se funda en agosto de 1925, bajo el liderazgo del veterano revolucionario Carlos Baliño y el joven Julio Antonio Mella, el primer Partido Marxista-Leninista.
“La lección y el ejemplo de los comunistas, iniciados en los días gloriosos de Baliño y Mella al calor de la Revolución victoriosa de Octubre, habían contribuido a divulgar el pensamiento marxista-leninista, de modo que se convirtió en doctrina atrayente e incontrastable de muchos jóvenes que nacían a una conciencia política”.
Reconocería el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, en la velada solemne por el aniversario 50 de la fundación del primer partido marxista-leninista de nuestro país, que “Carlos Baliño simboliza el enlace directo entre el Partido Revolucionario de José Martí, y el primer Partido Comunista de Cuba. Él fue cofundador de ambos partidos. Ya Martí en la época de la independencia había tenido la luminosa idea, idea que después en otro país y en otras circunstancias históricas, había desarrollado también Lenin.
“Jamás podrá olvidarse el papel que ese Partido de comunistas desempeñó en la divulgación de las ideas marxista-leninistas, y en la formación de una conciencia revolucionaria entre nuestros trabajadores y nuestro pueblo”.
Después del triunfo de la revolución, queda otra gran batalla por librar, la batalla contra los prejuicios y contra el anticomunismo, sembrado durante decenas de años por todos los medios.
Y esa batalla final la dan juntos, los revolucionarios de los distintos sectores y procedencias, coordinados y unidos en los principios del marxismo-leninismo.
“Por eso un día dejó de existir el Movimiento 26 de Julio, dejó de existir el Partido Socialista Popular, y dejó de existir el Directorio Revolucionario 13 de Marzo, para constituir todos, bajo esas banderas revolucionarias, las bases de nuestro gran Partido Comunista de hoy. Un partido, no tres o cuatro partidos. Un partido con la única ideología verdadera y científica. Un partido como el Partido de la Independencia de José Martí”.
En 1961 se fusionan las agrupaciones y movimientos revolucionarios en las Organizaciones Revolucionarias Integradas, conocida como ORI, antecedente del Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba, el PURSC, que a partir de octubre de 1965 adopta el nombre de Partido Comunista de Cuba.
“Una nueva época surge por entero en la historia de nuestro país, una forma distinta de sociedad, un sistema distinto de gobierno; el gobierno de un partido, del partido de los trabajadores, integrado por los mejores trabajadores, formado con la participación plena de las masas, para poder decir con toda justificación y con toda razón que es la vanguardia de los trabajadores y que es la representación de los trabajadores en nuestra democracia obrera y revolucionaria”.
El General de Ejército Raúl Castro Ruz (Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (CCPCC); durante su intervención en la clausura del 7mo. Congreso del PCC, en el Palacio de Convenciones, en La Habana, el 19 de abril de 2016. (ACN) Foto: Omara García Mederos.
Desde entonces, el Partido Comunista de Cuba asume el papel de vanguardia de la sociedad, y de la unidad nacional, ratificó el Primer Secretario del Comité Central del PCC, General de Ejército Raúl Castro, en la apertura del VII Congreso del PCC, en abril de 2016.
“La unidad del pueblo en torno al Partido, su profundo patriotismo y cultura política, que nos permitieron enfrentar la política de agresión y hostilidad, servirá de escudo para vencer cualquier intento de socavar el espíritu revolucionario de los cubanos. Este será un reto, en especial para los más jóvenes, a quienes el Partido reconoce como continuadores de la obra revolucionaria y de las convicciones patrióticas de sus abuelos y padres”.
El VIII Congreso del Partido Comunista de Cuba, -como afirmara Raúl,- es el de la continuidad, “el último dirigido por la generación histórica, la cual entregará a los pinos nuevos las banderas de la Revolución y el Socialismo, sin el menor atisbo de tristeza o pesimismo, con el orgullo del deber cumplido, convencida de que sabrán continuar y engrandecer la obra revolucionaria por la cual entregaron las mejores energías y la vida misma varias hornadas de compatriotas”.
Bajo el principio del Partido único de la Revolución, el PCC permanece fiel a sus esencias y al compromiso con el pueblo; y mantiene vivo el legado patriótico y antimperialista de José Martí, consecuente también con el espíritu inclaudicable de Baraguá, y las permanentes enseñanzas de Fidel y Raúl.