Corazón joven en la comunidad

Manzanillo. Septiembre 24.- Ana Rosabal De la Rosa es una de las jóvenes estudiantes manzanilleras de la Universidad de Granma que le pone corazón a una de las tareas sociales de primer orden desplegada por Cuba para conocer a profundidad la realidad de la familia y propiciar su transformación para bien.

«Desde el viernes nos incorporamos, y en sólo una semana ya he visitado cerca de medio centenar de viviendas, donde las personas nos han confiado sus principales preocupaciones y problemáticas, las que anotamos con precisión para que luego sean analizadas por las autoridades pertinentes y se les de la atención posible».

Esta estudiante del primer año de Derecho, de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de Bayamo, asume la indagación con la responsabilidad necesaria para aportar sus resultados a los trabajadores sociales que tramitarán las posibles ayudas a través del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social.

Ana Rosabal De la Rosa llega a cada vivienda y recupera las cerradas para beneficio de todas las familias // Foto Denia Fleitas Rosales

Tal caracterizacion de comunidades complejas y localización de los más vulnerables se ejecuta en cuatro barrios definidos dentro del área urbana de Manzanillo: la circunscripción 34 del consejo popular seis que incluye a los residentes en zonas aledañas al litoral y ferrocarril local, El Palmar, Dagamal y El Taíno, acota Mabel Castro Diéguez, una de las tres trabajadoras sociales encargadas de esa demarcación.

«Juntos, estudiantes del primer año de las carreras de Derecho y Logopedia, y nosotras, tabulamos la información para tener bien identificados los núcleos familiares, caracterizarles y definir luego aquellos que requieran de ayuda monetaria, subsidio para la vivienda o entrega de recursos por el Estado».

La intervención de los jóvenes en estas comunidades refiere el protagonismo de la nueva generación en las principales tareas del país // Foto Denia Fleitas Rosales

Desde horas tempranas los pasos juveniles y el deber con la sociedad les llevan a cada puerta de la circunscripción 36 del consejo popular seis Paquito Rosales, extremando las medidas de bioseguridad, para minuciosamente detallar lo transformable.

Un toque, los buenos días, el cuestionario con forma amigable y alegre, el interés de ser protagonistas de ese actuar que rompe la inercia y la pasividad ante las problemáticas sociales más acuciantes, de ser primeros en la cadena de solución que mostrará una vez más que en esta tierra cubanísima nadie queda desamparado.

Tras recibir las especificaciones de la tarea del día en voz de Idalmis Rojas Zayas, una de las egresadas del primer curso de los médicos del alma, marchan a la obra hermosa que persigue cambiar el entorno y rescatar a los sumidos en vicios, desempleo y condiciones habitacionales desfavorables para devolverlos a la utilidad social.

Las orientaciones de Idalmis Rojas preceden la acción en la comunidad // Foto Denia Fleitas Rosales

«Muchos reconocen la trascendencia de esta labor, otros lamentablemente no, ya llevamos dos semanas y la mayoría ha mostrado satisfacción porque estamos llegando a ellos y ven una esperanza a sus situaciones, un apoyo».

La también futura abogada Daniela Mayara Fernández Villavicencio distingue que «somos los jóvenes quienes les estamos llevando ese nuevo aliento, porque de lo que nos digan, de sus interioridades, de su sinceridad, partirá la transformación que a corto, mediano o largo plazo llegará de parte de nuestro gobierno a esos núcleos con vulnerabilidades».

Las principales insatisfacciones detectadas en las más de 300 familias rondan entre los daños en el fondo habitacional, la desatención a los adultos mayores que viven solos, el desempleo, afirman estas encargadas de la faena en el barrio.

Daniela Fernández Villavicencio se prepara de esta forma «para una interacción social que predominará en su profesión» // Foto Denia Fleitas Rosales
La trabajadora social Soraida Santisteban Escalona reconoce el valor de esta labor // Foto Denia Fleitas Rosales

«Esto que estamos realizando con énfasis, que forma parte de nuestra labor cotidiana pero hoy se profundiza, nos hace sentir más útiles porque es con personas necesitadas a las que somos capaces de llegar y les damos una respuesta, con la que ganamos su gratitud y especialmente el beneficio y mejoramiento de la calidad de vida de la familia manzanillera», comenta la trabajadora social Soraida Santisteban Escalona.

Ana y Daniela, al concluir la indagación e incorporarse a sus deberes escolares, recordarán los rostros que hoy les abren las puertas a sus interioridades cual confidentes, y sentirán el orgullo de ser la avanzada de la intervención comunitaria de salvación en la que Cuba late.