Cuba a un duelo de vida o muerte en Serie Mundial

Foto: CMKX Radio Bayamo

WILLIAMSPORT, Estados Unidos.–El equipo de Bayamo, que representa a Cuba en la Serie Mundial de las Pequeñas Ligas, saldrá  hoy para jugar un partido de vida o muerte ante el Hills, de Australia, que marcará la continuidad del ganador y la eliminación del perdedor en este torneo concebido para niños hasta 12 años.

Los Pequeños Alazanes no pudieron entrenar ayer al aire libre porque la lluvia afectó los campos de preparación, pero lo hicieron en las jaulas de bateo cercanas al estadio de los Voluntarios, donde jugarán este sábado a partir de las 12:00 meridiano.

Vladimir Vargas Verdecia, director del equipo bayamés, expresó al periódico Granma que, pese a la derrota inicial con Japón, por la vía del cero hit cero carrera, sus pupilos se han mantenido motivados y están esperanzados con el triunfo.

El estratega anunció a Samuel Palencia como lanzador abridor de este cotejo contra Australia, que perdió cerradamente en su debut por 1-2, ante Curazao.

También expresó que en las últimas prácticas se ha enfatizado en el bateo de lanzamientos rompientes, una debilidad que mostraron en el partido contra el Musashi Fuchu japonés.

Si los cubanos ganan, se enfrentarán mañana, a partir de las 9:00 a.m., a Panamá, perdedor ayer ante Venezuela. Una derrota significa decirle adiós al certamen.

En la Serie Mundial de las Pequeñas Ligas, en desarrollo hasta el 27 de agosto, participan 20 equipos: diez internacionales y diez de Estados Unidos.

Los nuestros están ubicados en un grupo en el que también se encuentran República Checa, Japón, Australia, China Taipéi, Venezuela, Panamá, México, Curazao y Canadá.

GURRIEL, EL PRIMERO

Estaba nervioso, tenso. Respiraba «aciclonadamente», pero aun con esas presiones, Luis Enrique Gurriel Silveira empezó lanzando a una velocidad impresionante en el box del estadio de los Voluntarios, una de las sedes de la Serie Mundial de las Pequeñas Ligas de beisbol.

«¡What a missile!» (¡Qué misil!), dijo uno de los asistentes de los árbitros, sentado a nivel del terreno, cerca del home, cuando el muchacho de Bayamo soltó la bola hacia el plato.

Ese lanzamiento fue histórico, no solo por la velocidad (71 millas), sino, sobre todo, porque resultó el primero de un cubano en este tipo de evento, que se desarrolla en Pensilvania desde 1947.

Luis Enrique terminó pitcheando cuatro episodios, en los que apenas toleró un hit (en la primera entrada), con una carrera y cinco boletos. Sería, a la postre, el único imparable del partido en la derrota de Cuba,

por 0-1, ante el Musashi Fuchu, campeón de Japón.

«No empecé bien por los nervios, pero luego me sentí mejor. No pudimos batear ni un hit y por eso perdimos», me comentó un día después del partido este niño nacido en la Ciudad Monumento, el 25 de enero de 2011.

«Perdimos, nos pusimos tristes», agregó el hijo del pelotero espirituano de igual nombre, quien vive en Bayamo desde hace 17 años, cuando él y Annia Silveira, licenciada en Cultura Física, se casaron tras conocerse cuando ambos cumplían misión en Venezuela.

Gurriel padre fue el primer entrenador que tuvo este talentoso jugador. Además de lanzar, juega los jardines y es, regularmente, el cuarto en el line up de los Pequeños Alazanes.

«Mi papá es muy exigente conmigo, me empezó a entrenar a los seis años, luego tuve otros profesores muy buenos en Siboney (se refiere al reparto donde vive), aunque mi papá no me ha soltado nunca», expresa sonriendo.

A todos ellos y al profesor Vladimir Vargas, actual director técnico de Bayamo, les agradece infinitamente por las enseñanzas y porque le han inculcado la disciplina.

Él sabe que no podrá lanzar hoy en el partido contra Australia, pero su aporte a la ofensiva ayudaría a su equipo a seguir avanzando en la lid.

Adicto al teléfono, como muchos de su edad, Luis Enrique también gusta ver televisión en casa, compartir en familia y gastarse alguna broma, aunque se muestra algo tímido para las entrevistas.

Él ya había vestido el uniforme del equipo nacional en el Torneo Premundial de las Américas sub-12, desarrollado en México, en mayo, y en el que bateó 412 (17-7), con dos jonrones, tres anotadas y cuatro impulsadas.

Sin embargo, dice que nada resulta comparable a jugar un certamen internacional como este, porque «es lo más grande, lo más lindo».

Cuando crezca no dejará de lloverle en retrospectiva el episodio inigualable vivido en la lomita del estadio de los Voluntarios, ni aquella recta de humo que asombró a unos cuantos más allá de Williamsport, y abrió la senda de Cuba en series mundiales de las Pequeñas Ligas.