La Habana-. Cuando la más alta dirección del gobierno dice que la producción de alimentos es una tarea fundamental, y ratifica el carácter estratégico de este programa, la idea encierra entre otros fundamentos, producir y producir para incrementar las ofertas, disminuir la mentalidad importadora, gestionar mejor la producción, enfrentar desde nuestras propias reservas productivas el escenario adverso que impulsa la COVID-19 y que va a mantenerse en los próximos tiempos.
En un contexto donde en la región y el mundo, el Producto Interno Bruto decrecerá sustancialmente, según datos de organismos regionales, Cuba recién acaba de aprobar su Estrategia Económica y Social para hacerle frente a ese desafío, resistir y avanzar. Y como parte de ella, la producción de alimentos es primordial.
Para una nación que tiene que contar hasta el último centavo para poderlo invertir en sectores clave a partir de lo que generan las exportaciones, que eroga la mayor cantidad de divisas en la compra de alimentos y combustibles, y tiene encima un bloqueo de Estados Unidos desde mucho antes como Espada de Damocles, -y que durante la pandemia se redobló sustancialmente-, la hoja de ruta está marcada en destrabar todo lo que se pueda destrabar, catapultar al máximo el desarrollo de las fuerzas productivas, propiciar encadenamientos entre varios sectores de la economía, aplicar ciencia, para lograr innovación tecnológica y su generalización, potenciar inteligencias, pensar diferente, asumir lo local no solo como lo particular, sino como todo aquello que sumado hace la nación, en pensar que lograremos lo que seamos capaces de producir y generar.
Hacia todo eso se enfoca la implementación de la Estrategia Económica y Social bajo el concepto de ahorrar, que no quiere decir no hacer, sino sacarle la mayor eficiencia posible a los recursos, tanto humanos como materiales y financieros que dispongamos.
En ese escenario, y con las enseñanzas que va dejando la COVID-19 en los territorios, y el país, se busca llegar al venidero VIII Congreso del Partido con la mayor cantidad de resultados posibles, desde el impulso a la implementación de varios lineamientos y acuerdos emanados de estas últimas citas que nos pondrá en mejores condiciones de cara al Desarrollo Económico y Social de la nación hasta el 2030.
Si esos esfuerzos se entrelazan, si el país asume lo que tiene y lo que no tiene para adoptar medidas donde el punto de partida es legitimar nuestro sistema social socialista, con justicia y equidad social, sin dejar a su suerte a ningún cubano, potenciando la producción nacional por encima de todo, y en la protección a las personas más vulnerables, enseñanzas de estos duros meses de enfrentamiento a la pandemia, con la acción de los jóvenes y el apoyo en los centros de aislamiento y la integración gobierno-ciencia, entonces…
¿Cómo es posible que un grupo de personas, que también han sido y son parte de estos beneficios, no respeten a la mayoría, y se dediquen a acaparar y revender artículos, y particularmente alimentos que a la nación le cuesta muchísimo adquirir, y que a su vez estas personas inescrupulosas concentran a precios inaccesibles con el ánimo de lucro e enriquecimiento ilegal?
No solo se acapara en las tiendas en todas las monedas posibles, sino se marca y se remarca en las colas, se han buscado subterfugios para burlar el orden y la disciplina en los mercados, comprar una y otra vez productos, y para colmo exhibirlos cual vidriera en las redes sociales con total impunidad, como si el orden y la disciplina no existieran.
Frente a tantos ejemplos heroicos y muchos de ellos anónimos de estos meses, incluso de jugarse hasta la propia vida para salvar la de otros ¿qué derecho le asiste a algunos para burlarse de las mayorías y lucrar a expensas de lo que tanto le ha costado al Estado comprar para ofertar en las tiendas que sabemos es insuficiente por las condiciones actuales del mundo y el duro bloqueo que se recrudece? ¿Dónde está el sentido ético y humanista de esas personas que piensan en sí mismas, y no en el bien de los demás? ¿Qué ha sido de los valores que defiende nuestro sistema social, lejos del egoísmo e individualismo a lo que siempre, y en los momentos más difíciles, se ha contrapuesto la unidad de todos los cubanos?
Recordemos el concepto de Revolución de nuestro Comandante en Jefe que es un legado para hoy y para siempre, cuando dice en una de sus partes:
«… Revolución es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional; es defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio; es modestia, desinterés, altruismo, solidaridad y heroísmo;…»
Para quienes juramos ser fiel a ese legado y llevar siempre a Fidel junto a nosotros, para quienes la Revolución nos convocó como esa unidad para enfrentar desafíos y luchar por los sueños de justicia por el que tanto lucharon muchos de nuestros compatriotas, no puede ser entonces el egoísmo, la falta de ética e incluso la impunidad, el actuar de estos tiempos.
Entonces retomo las palabras de nuestro presidente Miguel Díaz-Canel cuando refiriéndose a una frase que también nos ha convocado desde meses atrás afirmaba:
«Efectivamente, pensar como país, pensar Cuba, es que todos nos entreguemos en cuerpo y alma al servicio de la nación, sacando el mayor provecho de la fuerza más formidable y poderosa de la Revolución: la Unidad».
En la historia más reciente de Cuba, la UNIDAD de todos, siempre triunfó por encima del egoísmo, el individualismo, el irrespeto a la legalidad. Y en este combate contra coleros, revendedores y acaparadores, no será la excepción.
Por Demetrio Villaurrutia Zulueta