Cuba sigue siendo la luz para los pueblos de nuestra América

Foto tomada de Internet
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Manzanillo. Abril 14.- Somos los cubanos privilegiados por vivir en un país que sigue siendo guía para los hermanos pueblos de América, que buscan el bienestar humano por sobre todas las cosas, sin la explotación del hombre y pensando en cómo construir un mundo mejor.


Cuba a pesar de ser una pequeña isla bloqueada por la potencia más poderosa del mundo, se levanta siempre para mostrar que la voluntad y el respeto al ser humano es la esencia para conquistar nuevos logros.

Así lo hemos podido demostrar en los momentos actuales en los que cada día enfrentamos la rigurosidad de una política exterior, que quiere asfixiarnos en medio de una pandemia que azota al mundo.


Sin embargo, fuimos capaces de ser los primeros en América Latina en crear un candidato vacunal para combatir la COVID-19, éxito que se extiende ahora con cinco de ellos.


Y es que este logro no será sólo para el pueblo cubano, su esencia va más allá porque sin dudas ayudará a salvar muchas vidas en nuestra América, y hasta en otros países del mundo, por el sentido solidario que nos caracteriza, de brindar lo que tenemos y somos capaces de producir, y no lo que nos sobra.


Cuando hablar de Cuba en las Américas se trata considero necesario recordar las palabras que pronunció nuestro general de Ejército Raúl Castro Ruz a penas surgía la Revolución naciente, el 11 de septiembre de 1959, en una conferencia emitida para transmitir un mensaje a los pueblos latinoamericanos y caribeños. Hoy sus frases tienen una total vigencia por lo que representa Cuba para nuestro continente.


Decía Raúl en aquel entonces que: «el entusiasmo de las masas latinoamericanas por la Revolución Cubana se mantiene, se reafirma y extiende debido, principalmente, a su carácter, a su profundidad, a que es una Revolución radical del pueblo; una Revolución que, tanto en lo político como en lo económico y lo social, va a la raíz de los males de nuestros pueblos y produce transformaciones profundas, decisivas, históricas».


Al adentrase en este alegato se descubre también nuestra proyección martiana en la región, porque el Héroe Nacional de Cuba siempre soñó con una América libre sin yugos ni cadenas, y donde todos fuéramos hermanos.


Así mostró Raúl a nuestro Apóstol en defensa del continente: «Cuando Martí hablaba de Nuestra América, cuando no limitaba su patria a nuestras queridas islas, sino que se consideraba como hijo y servidor de toda «Nuestra América», tenía presente, seguramente, esta similitud de los males que nos azotan, de los enemigos que nos atacan, de los peligros que nos amenazan».


Raúl también nos presentó a un Martí más universal, no sólo propio de Cuba, sino a un Martí representado en los rostros y ejemplos de aquellos héroes de nuestros pueblos hermanos que igual se convierten en nuestros faros y guías. Por eso dijo: «Nuestro es Martí, como nuestros son el cura Hidalgo, y el indio Juárez, Bolívar y San Martín, Artigas y O’Higgins, Betances y Eloy Alfaro«; y hoy me atrevo agregarle, como lo son también en la actualidad el Che, Chávez y Fidel, ejemplos de sacrificio, solidaridad y de humanismo.

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Cuba sigue siendo esa luz para nuestra región porque además mantenemos la solidaridad internacional como fruto que nos permitirá seguir avanzando en la consolidación de nuestra independencia y la construcción de una sociedad más justa para Cuba y toda Nuestra América.


Por eso ahí están nuestros profesionales en varios rincones de los países americanos brindando su apoyo a los pueblos necesitados, eso nos fortalece más y nos pone en una posición mejor en defensa de los verdaderos valores porque Patria es humanidad.


Hoy la presencia del pensamiento de Raúl en su discurso en Casa de la Américas se puede obervar igual cuando reflexionamos sobre los efectos de una fuerte y articulada contraofensiva imperialista y oligárquica que mantiene su política injerencista contra los gobiernos legítimos de nuestra región, que corren peligro por las garras de ese imperio crimimal y brutal.


Ya lo decía: «Somos un país pequeño con una gran responsabilidad. Estamos explorando los caminos de la historia de la nueva independencia latinoamericana. Nuestra Revolución, como un faro de esperanza, proyecta su luz sobre nuestros países hermanos. La Revolución Cubana —la Revolución de nuestro pequeño país—, ha sacudido a (…) millones de latinoamericanos, les ha dado una nueva conciencia de sus fuerzas y de su destino, ha elevado el sentimiento de solidaridad y de cooperación latinoamericana en pro de los altos ideales de liberación, de progreso y de libertad, ha puesto en movimiento nuevas fuerzas, ha mostrado nuevas experiencias y descubierto nuevas posibilidades».


«América Latina encontrará los medios de juntarse y cooperar para acelerar su desarrollo y garantizar su libertad. Cuba está en la vanguardia de ese empeño». Y en verdad se logró, ahí está como muestra la Alternativa Bolivariana para los pueblos de nuestra América (ALBA) que busca la integración entre las hermanas naciones.


Por eso es esencial que las actuales y futuras generaciones mantengan el compromiso de continuar con nuestras esencias de lo que somos y representamos para los pueblos americanos. Así se puede reafirmar sin temor a equivocarnos que «no dejaremos que la luz de la Revolución Cubana se apague para los pueblos hermanos de Nuestra América».

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