De la manigua al corazón de los cubanos

Antonio Maceo

“Tiene tanta fuerza en la mente como en el brazo”. Aparentemente simple pero profunda fue la definición de José Martí para con Antonio Maceo. No se equivocó el maestro cuando así lo sentenció en sus escritos. Quien sale a los suyos no puede ser diferente y el vientre de Mariana Grajales fue ingrediente necesario para fomentar la hidalguía del Mayor General del Ejército Libertador.

En sus manos de excelente estratega militar el machete obtuvo una connotación especial manifestada en más de 600 enfrentamientos contra el adversario español. Fecunda fue la vida de este ser que aun es ejemplo e insignia para sus coterráneos, pese a que no le conocimos más allá de los textos históricos.

Toda una leyenda es Antonio, cada una de las 26 marcas que dejó la guerra a su paso, se vuelven méritos para su aguerrida personalidad, la cual no se mella con los defectos propios del ser humano.

Incomprendido por algunos, dado su rígido carácter, dejó aflorar en su interior el amor a la Patria, al punto de vivir por ella como quien entrega el corazón a una mujer amada.

La enérgica negativa ante el Pacto del Zanjón fue de sus mejores páginas, fundamentando para la posteridad el patriotismo como valor inherente a los que nacimos y luchamos cada jornada por Cuba, tierra que se enorgullece de mirar al pasado y descubrir, entre cadáveres y sangre, altas dosis de arrojo y dedicación.

No conforme con las palabras expresadas a Martínez Campos puso fecha y lugar a la respuesta mambí acontecida el15 de marzo de 1878 en Mangos de Baraguá.

El cinco de septiembre de1879, comenzó la contienda que daba continuidad a la que se extendió por una década, la misma que para el Titán no fue Chiquita, como para quienes así la definieron. A ello se suman otros gloriosos relatos, los cuales describen la Invasión a Occidente, la Asamblea Constituyente de Jimaguayú, el paso por la trocha de Júcaro a Morón y desgarradores combates como el de Mal Tiempo.

Hoy nos remitimos a la triste despedida, la cual le dejó sin más aliento que el de ser recordado por las generaciones venideras, quienes se empeñan en seguir su legado, venciendo la distancia impuesta por el tiempo.

Aunque sus restos mortales encuentran reposo en el Cacuhual, su espíritu de lucha recorre cada espacio y el sentir de una nación que le abriga en recuerdos y acciones. Antonio Maceo Grajales dejó por siempre la manigua para habitar en el presente de una isla por la cual derramó hasta su última gota de sangre.