La Habana, 8 oct (Prensa Latina) A 56 años hoy de la captura y posterior asesinato del guerrillero argentino cubano, Ernesto Che Guevara, su impronta acompaña la voluntad de lucha por la justicia de millones de personas en todas las latitudes.
El 8 de octubre de 1956 resultó herido en las cercanías del poblado de La Higuera cuando participaba en la gesta boliviana por la liberación, y con su arma inutilizada, cayó en manos del enemigo; horas después fue fríamente baleado por orden de la Agencia Central de Inteligencia y el Gobierno de Estados Unidos.
Con el enterramiento clandestino de sus restos, sus verdugos trataron de silenciar el ejemplo de un carácter signado por una gran sensibilidad humana, un amplio conocimiento de la realidad latinoamericana y, como revelara en una carta a sus padres, una voluntad pulida con delectación de artista.
Sin embargo, Ernesto Guevara, o simplemente el Che como le apodaron sus compañeros de guerrilla en Cuba es, junto al líder histórico de la Revolución cubana Fidel Castro, uno de los máximos referentes revolucionarios desde la segunda mitad del siglo XX hasta la fecha.
«Si hace falta un paradigma, si hace falta un modelo, si hace falta un ejemplo a imitar para llegar a esos tan elevados objetivos, son imprescindibles hombres como el Che, hombres y mujeres que lo imiten, que sean como él, que piensen como él», afirmó Fidel Castro al destacar las cualidades del héroe.
Los restos mortales del Che fueron localizados y regresados a Cuba a mediados de 1997, y reposan junto a los de sus compañeros de la guerrilla boliviana en un memorial en Santa Clara, ciudad del centro de esta nación antillana que contribuyó a liberar.
La efeméride de hoy marca en la esta nación caribeña el inicio de la jornada Camilo-Che, que se extiende hasta el 28 de octubre, fecha de la desaparición física en un accidente aéreo, en 1959, de Camilo Cienfuegos, su compañero de guerrilla y entrañable amigo.
Ambos comandantes revolucionarios fueron designados por Fidel Castro para reeditar la gesta de otros independentistas cubanos en el siglo XIX, como Máximo Gómez y Antonio Maceo, de llevar la lucha a todo el país a través de una invasión desde oriente a occidente.