INTERVENCIÓN DEL ENTONCES COMANDANTE RAÚL CASTRO RUZ EN EL PROGRAMA UNIVERSIDAD POPULAR SOBRE LAS CUALIDADES REVOLUCIONARIAS DE JOSÉ RAMÍREZ CRUZ, PEPE, SECRETARIO GENERAL DE LA ASOCIACIÓN CAMPESINA FRANK PAÍS DE LA PROVINCIA DE ORIENTE, 5 DE JUNIO DE 1960
Una coletilla, pero una buena coletilla, Pepe vino a hablar sobre los campesinos, no creo que deba abundar sobre el mismo tema que ya él lo ha hecho magistralmente, yo quiero venir aquí a hablar de Pepe, (aplausos) porque hablar de pepe es hablar de todo el campesinado cubano. Yo iba en un automóvil por la ciudad e iba escuchando sus palabras y en esta oportunidad que tuvimos nos acercamos y entramos al estudio.
Me comentaba el compañero Risquet, del Segundo Frente, el cambio profundo que se ha experimentado en Cuba, con frases parecidas a las del compañero Anillo, sobre la nueva libertad que disfrutamos hoy en Cuba o lo que es lo mismo, la verdadera libertad. Por qué aquí está Pepe y ¿quién lo hubiera dicho?, que nos encontraríamos aquí después de cerca de dos años o tres.
¿Quién hubiera dicho que nos encontraríamos aquí? Yo recuerdo cuando fuimos con una columna a abrir lo que más tarde fue el Segundo Frente Oriental “Frank País”, apenas cruzando los llanos centrales nos internamos en la cordillera del Norte. Como todo territorio nuevo, tratábamos de orientarnos lo mejor posible sobre los habitantes, sobre si existía alguna organización campesina, hasta sobre los “chivatos” que existían por ahí. Empecé a tener noticias de algunas organizaciones campesinas. Naturalmente, cuando preguntaba a un campesino pobre, recuerdo que ya hablaban de un tal Pepe Ramírez. En otra oportunidad, en que tuvimos que parar en casa de un pequeño latifundista —no era un gran latifundista— también oímos hablar de Pepe Ramírez, pero esta vez oímos hablar mal de Pepe Ramírez y, con el poquito de experiencia que teníamos entonces, era lógico deducir que Pepe Ramírez tenía que ser un buen sujeto.
Y no tardamos mucho en vernos, ya que a los pocos días él fue uno de los primeros campesinos que se nos acercó, cuando apenas ni teníamos campamento fijo. Se presentó con otro compañero, el capitán Tony Pérez, que precisamente está dirigiendo una serie de trabajos: escuelas, hospitales y caminos, en la zona del Segundo Frente.
Desde aquellos precisos momentos se dedicó en cuerpo y alma a acelerar y ayudarnos a organizar la retaguardia del frente, con el aporte incalculable y, en una forma organizada, de la clase campesina. Inmediatamente allí supimos de sus luchas pasadas y apenas nos cruzamos las primeras frases, yo tuve una expresión que sigo teniendo en estos momentos: “Pepe Ramírez es un guajiro que se le escapó al diablo”. Se le escapó al diablo, o mejor dicho: al diablo de la miseria. O mejor dicho aun, porque hoy tiene tanto o lo mismo que cuando lo conocimos. Tal vez tiene ahora mucho más trabajo ¿No es así?
Habiendo salido de un medio campesino, como cualquier campesino que se arriesgaba a enfrentarse, por la defensa de los de su clase, a la Guardia Rural, a los latifundistas y al poder que predominó en Cuba hasta el primero de enero del año pasado. Apenas sin cultura, con diez hijos… (aplausos). Tenía nueve entonces, hoy tiene diez y parece que quiere seguir. Hoy puede tener un par de docenas si desea.
Guajiro de tierra adentro
En ese medio, no porque lo diga yo que lo conozco hace rato, sino después de ustedes haberlo escuchado, siendo un guajiro de tierra adentro, por la forma en que Pepe Ramírez se ha expresado aquí, ustedes tienen que convenir conmigo que Pepe Ramírez es un guajiro que se le escapó al diablo. No solo aquí, pues este compañero, cuando no estaba perseguido por la Guardia Rural, estaba metido en una cárcel o si no organizando a los campesinos y “agitándolos”, como él decía hace un momento.
Que no había salido apenas ni de la provincia de Oriente—cuando más viajes tuvo que hacer fue cuando la guerra. Que precisamente el mismo nos sirvió de enlace en algunas misiones especiales y bastante delicadas, debido a la confianza que teníamos en él. Este compañero fue recientemente a Venezuela y allí dejó asombrados a los estudiantes venezolanos por la conferencia que Pepe Ramírez dio en el Aula Magna de la Universidad.
No dejaría cualquiera de pensar: “Este es un intelectual disfrazado de guajiro que lo han mandado acá para que nos explique la Reforma Agraria”. Y Pepe Ramírez es sencillamente un campesino. Un campesino de tierra adentro que en estos momentos —y no es un elogio porque él sabe que no elogiamos por gusto, ya que por lo regular criticamos más de lo que elogiamos—, en estos momentos podemos decir con toda sinceridad, que es el líder más capaz y el líder nato de todo el campesinado cubano. Porque lo vimos en momentos difíciles, porque no es un líder improvisado, que proliferan por ahí con la Reforma Agraria, lidercitos que no tienen callos en las manos ni nunca se preocuparon por los guajiros. Pero como ahora se les está resolviendo todo a los guajiros, es muy fácil presentarse como líder campesino. Esos líderes que tampoco creían necesaria la guerra de liberación y que no comprendieron la puñalada del 10 de marzo.
Pepe Ramírez no necesitó nada de esto porque era un líder luchador y honrado, desde mucho antes de eso, siendo aún un muchacho joven. Un compañero que a pesar de esa numerosa prole y sin devengar sueldo de ninguna clase y solo ayudado por los compañeros que conocían de su lucha honrada y heroica a favor de los campesinos, pudo mantener, malamente, tan numerosa familia. Es bueno aclarar que, antes que nada, en plena guerra, nosotros dábamos concentraciones de campesinos, dos, tres y hasta cuatro mil participantes. La suerte que lo hacíamos de noche porque si no, los aviones acaban.
Pero en plena guerra y sobre todo en el Segundo Frente, y sobre todo debido a la suerte que tuvimos de encontrarnos dirigentes como Pepe Ramírez y con otros dirigentes que él ha mencionado aquí: Pereira, Candito, que hoy dirige una cooperativa en la zona de Mayarí Arriba, en las tierras que eran del amigo Paco Vidal. ¿Cuántas caballerías de tierra tenía Paco Vidal? Tres mil y pico de caballerías… infeliz latifundista.
Recuerdo de un mitin
Yo recuerdo en un mitin que dimos en una oportunidad, que, por cierto, llegamos tarde y no se pudo dar ese día, y decidimos quedarnos allí y darlo de todas maneras porque habían venido campesinos de lugares muy distantes. Pepe me precedió en el uso de la palabra y decía que los campesinos se parapetarían al lado del Ejército Rebelde, en la montaña, porque antes en las montañas no había campesinos. Solo la voracidad de los latifundistas los había empujado hacia las montañas, que los situaban acorralados contra el mar y que como no se iban a lanzar al mar, allí se unirían y se atrincherarían con el Ejército Rebelde y que algún día, dijimos nosotros: “Bajaríamos unidos los campesinos al Ejército Rebelde a recuperar las tierras que solo pertenecían a los campesinos” (aplausos).
Recuerdo esa frase porque siempre es bueno sacar experiencias de errores, para analizar el pasado y encontrar soluciones a los infinitos problemas que se nos presentan en la actualidad. Y mientras más progresa la Revolución, más problemas tienen que presentarse.
Recordemos esas frases porque al momento de pronunciarlas, aunque teníamos fe en el triunfo final, parecían cosas de locos y cosas de sueños. Es importante que anécdotas de estas se citen en momentos como este. Naturalmente que existían entonces, como existen hoy, incrédulos —vamos a llamarlos así generalizando— que creían imposible convertir en realidad los sueños que entonces pregonábamos.
Como también recordamos otro gran mitin que se dio en el latifundio de Paco Vidal, donde frente a la natural desesperación que tenían los campesinos de apoderarse de la tierra —cosa que no convenía en aquellos momentos, aunque no nos faltaban los deseos— porque es fácil decir eso ahora, pero era verdaderamente tétrico tener que enfrentarse con varios cientos de campesinos en una asamblea, y un padre decirnos que todo eso estaba bien, pero que él tenía tantos hijos y ya uno se le había muerto de hambre. Y cosas y ejemplos de esos pueden contarse por cientos, sobre todo, en una época en que el enemigo, a base de cercos, de no permitir entrar ni los alimentos más vitales para mantenerse, quería destruir el Ejército Rebelde y a la clase campesina que lo apoyaba. Y en aquella oportunidad dijimos que nos arrancaríamos el brazalete que teníamos si la tierra no se llegaba a entregar a los campesinos. Con satisfacción nos enteramos con Pepe, que el día que se estaba entregando la tierra, después del triunfo de la guerra, dijo uno de los campesinos: “Ya Raúl no tiene que arrancarse el brazalete …” (aplausos).
Valor de la universidad popular
Y es bueno que se recuerden en estos momentos anécdotas de esa índole que lucen tan cercanas y tan lejanas al mismo tiempo, pero que son una hermosa realidad, para poder comparar aquella situación con la que vivimos hoy. Jamás, ni ahora ni en el futuro, creo que puedan presentarse problemas tan difíciles como aquellos que tuvimos en los primeros momentos. Y tenía interés también en hacer uso de la palabra aquí porque yo sabía que Pepe hablaba hoy.
Lo que sí no sé es de la poca propaganda que se le dio al programa de Pepe Ramírez. Cuando yo vine aquí, se hizo bastante propaganda de que yo venía. Acepto que yo pueda tener un poco más de responsabilidad en el trabajo que Pepe, pero yo bajo ningún concepto puedo aceptar que yo tenga más méritos que Pepe ni que a mí deba escuchárseme más que a Pepe… (aplausos).
Tal vez debiera existir más interés en oírlo a él que a mí, porque a mí ya me han oído muchas veces y hubiera sido más razonable, por un estricto sentimiento de justicia, que poco a poco, no solo por eso … sino por una simple necesidad de la Revolución, que verdaderos dirigentes como Pepe Ramírez los conozca el pueblo de Cuba, y no solo en la zona oriental, sino en toda la isla. Porque no sirven esos lidercitos campesinos contra los cuales en algunos lugares se ha tenido que luchar, que aparecen ahora, porque aparece la Reforma Agraria que, en definitiva, va resolviendo con la colaboración de los campesinos, a través de esas asociaciones, los problemas de la miseria en nuestros campos, y en el estricto sentido de justicia, les decía: “Porque este compañero que está aquí a mi lado, es uno de nuestros héroes anónimos, de esos que forman legiones y que el pueblo no conoce dentro del proceso de nuestra Revolución … (aplausos).
Vamos a ver si por lo menos sus palabras que, como ustedes vieron, y todo el pueblo de Cuba tuvo la oportunidad de verlo y escucharlo por la televisión, fueron de una gran certeza, de un gran peso, de una gran moderación, sin dejar—para ser más completo, en este caso—, sin dejar de tener ese acento típico de nuestros campesinos. Es decir que este no es un campesino falso, sino un verdadero campesino… (aplausos). Es decir que vamos a ver, si por lo menos hacemos un esfuerzo con los compañeros que dirigen este ciclo de Universidad Popular. Y no uno, sino muchos esfuerzos. ¡y esfuerzotes …! Por la vida esta: “Esfuerzo y lucha” y ver si por lo menos esta comparecencia del compañero Pepe Ramírez, es ampliamente divulgada.
Lo más que se puede divulgar esa y, en plano de hacer justicia, hubiera sido bueno que hoy también hubiéramos traído aquí —aunque a mí se me olvidó, tal vez pueda venir en otra oportunidad— otro líder campesino que tenemos nosotros en el Segundo Frente, que hoy está trabajando en La Habana. Muy amigo del compañero Olivares, porque se trata de un compañero totalmente ciego. Un compañero campesino que se llama Misael Álvarez, y recientemente se hizo un esfuerzo y se le envió a los Estados Unidos, a ver si se le podía recuperar la vista y, fatalmente ya es demasiado tarde.
La vista la perdió como consecuencia de una infección, en el estado de abandono en que se hallaba nuestro campo, pues no pudo curarse a tiempo. Tiempo después, a través de Pepe, conocí a Misael, que es igualmente un campesino de esa zona de la provincia de Oriente, y me vine a dar cuenta realmente, que era totalmente ciego, porque me lo dijo él, como a los tres meses de conocerlo. Usa espejuelos oscuros… medaba la sensación de que me daba la mano casi al mismo tiempo que yo se la daba, y no me había dado cuenta de que era ciego…
Y hay que oír también al compañero Misael hablando con un micrófono, ante una tribuna. Y ese es otro de los héroes anónimos que tenemos nosotros. Y creo que en la revista Bohemia le hicieron en una oportunidad una entrevista, y él como es natural, como hacen los hombres que de verdad valen, apenas habló de él, como en este caso hemos tenido que hacerlo con el compañero Pepe.
Por lo demás, sírvanos de experiencia este caso. Hay que…—y es una opinión que en días pasados dimos—, calorizar un poquito más, (y esto no se lo digo a ustedes, sino tal vez a algunos que nos están escuchando por ahí) estos programas o estos ciclos de la Universidad Popular. Aquí no se traen señores encopetados, ni destacados intelectuales, consagrados más por su propaganda que por otra cosa. Aquí no se habla basura. Aquí se traen hombres de pueblo (Aplausos).
Estos programas no son para hacerle propaganda a nadie específicamente. Estos compañeros que se pasan la vida trabajando, con este programa no ganan nada con esto. Sencillamente es una colaboración más, que le brindan a la Revolución, para que traigan aquí hombres como Pepe, y a hombres como los que desfilarán por aquí.
Es decir, que este es un llamamiento, casi público, en el sentido de que debe prestarse la mayor atención posible… Al que más y al que menos, le gusta descansar una vez al mes. Un domingo irse a la playa. Y aquí están estos compañeros que, desde que se inauguró este programa, creo que no salen a ninguna parte, y cuando lo han hecho ha sido en funciones de trabajo, no de paseo. Y desde el punto de vista oficial… que a este programa hay que prestarle la mayor colaboración posible, tanto en su discusión como en las necesidades menores que tiene y en cuanto al público, sencillamente que lo atiendan, y cada vez que sea más crecido el auditorio que el mismo tenga.
Eso es todo cuanto tengo que decir.
5 de Junio de 1960.