El Padre de la Patria es ejemplo para los cubanos

Manzanillo. Febrero 27.- “Céspedes prendió la llama de la libertad en la nación, y de aquella jornada primigenia de la independencia de Cuba, y su entrega a la causa emancipadora, cimentó el título que le dimos los cubanos amantes de la dignidad como Padre de la Patria”, sentenció el historiador manzanillero César Martín García, en encuentro con los estudiantes y docentes de la Universidad de Granma.

César Martín García en la Universidad de Granma

“Que las nuevas generaciones de cubanos conozcan sus proezas como hijo de esta tierra y sigan su ejemplo es trascendental para el porvenir de la Revolución, porque como expresó en el Manifiesto del 10 de octubre, Cuba siempre aspiró a ser una nación grande y civilizada para tener un brazo amigo y un corazón fraternal a todos los pueblos”, expresó el destacado investigador de la vida y obra del insigne patriota granmense y cubano Carlos Manuel de Céspedes y del Castillo.

El homenaje al gestor del estallido independentista el 10 de octubre de 1868 en su ingenio La Demajagua, en la localidad homónima de esta porción manzanillera, se realizó en vísperas del aniversario 145 de su muerte, acontecida el 27 de febrero de 1874 en San Lorenzo.

Sobre la excelsitud de aquel hombre versó el intercambio, con referencias a los valores del patriota y el hombre, que fuera presidente de la Junta Revolucionaria de Manzanillo, Mayor General del Ejército Libertador, primer Presidente de la República en Armas, redactor del primer documento programático de la nación, donde proclamó los derechos de los cubanos como hombres libres y dignos.

César Martín García

Martín García, quien se desempeñó como director del Parque Museo Monumento Nacional La Demajagua por 32 años, destacó cómo Céspedes entregó su caudal en pos de la nación, y recordó las palabras del Manifiesto: “Viéndonos expuestos a perder nuestras haciendas, nuestras vidas y hasta nuestras honras, me obliga a exponer esas mismas adoradas prendas, para reconquistar nuestros derechos de hombres, ya que no podamos con la fuerza de la palabra en la discusión, con la fuerza de nuestros brazos en los campos de batalla”.

De su vocación narrativa, locuacidad y saber histórico, César evocó las últimas horas de la vida del Padre de todos los cubanos en aquel paraje de la Sierra Maestra, donde tuvo una vida sencilla, metódica, dedicado a enseñar a leer y escribir a dos niños del lugar, a jugar ajedrez, a escribir en su diario cuya última redacción data del mismo día de la muerte y refiere su opinión sobre sus enemigos: “debo consignar por lo que importar pueda en adelante”.

“Solo 55 años tenía Céspedes al morir, hizo frente a los invasores como solo lo hacen los grandes, porque los grandes mueren en combate”, dijo Martín. Al cierre de la cita, el Doctor en ciencias Oscar Vivero Reyes, vicerrector de Formación de la Universidad, consideró esta como una clase magistral de Historia de Cuba, a la que debe volver todo cubano como fuente de futuro.