En las páginas de la historia cubana muchos nombres de manzanilleros y manzanilleras están inscritos por la fuerza de su actuar. Elencio Ramón Fontaine Lovelle es uno de ellos, hijo de esta tierra que encumbró a la Patria desde la solidaridad y la valentía desplegada en el suelo angolano para preservar la independencia amenazada.
Con apenas 30 años el entonces trabajador del sector del comercio aceptó la misión encomendada por la Patria, formar parte de las tropas cubanas que protagonizaron la Operación Carlota desde 1975 hasta 1991, en una de las más gloriosas notas de la ayuda cubana.
“Yo fui uno de los que se ocupó de la protección del aeropuerto y la prisión de presos políticos y mercenarios, punto estratégico ubicado en la capital Luanda, aunque me incorporé a la misión para demostración de fuerza donde compartimos filas con Rubén Cabrera, quien murió cumpliendo una tarea de apoyo”.
Describe Elencio, mientras las lágrimas colman sus ojos, quizás por el recuerdo de las balas y el fuego que asegura eran constantes, tal vez por la conmoción que provoca evocar nombres y momentos de heroísmo y dolor.
Así, vierte sus vivencias, marcadas primero por los avatares de los 13 días en barco para llegar a Angola, segundo por las horas y días de desvelo consciente y mirada perdida al horizonte, de alerta y disposición combativa para defender el objetivo.
“Incluso estando enfermo de la piel en el 1977, cuando me encontraba hospitalizado, se produjo un golpe de estado y protegimos al hospital, a los heridos incluidos tres ministros, porque teníamos la responsabilidad de cumplir con nuestro deber de salvamento”.
Esa convicción, asevera, “fue la que hizo que los cubanos mereciéramos el respeto hasta del enemigo, por el arrojo, la valentía, la aptitud de dar su sangre por otro pueblo sin nada a cambio, el ejemplo de sacrificio, cosas que transmitíamos y que impregnaban la imagen de las tropas cubanas”.
Al referirse a la familia que ya tenía en ese entonces, incluso un hijo de cuatro años, refiere que no hubo vacilaciones. “Ese fue el ejemplo que recibí de la Revolución, de Fidel, Raúl, y qué gesto más genuino para corresponder a la entrega de esos hombres que cumplir una misión de ese tipo, qué mejor ejemplo para mis hijos”.
“Aunque tenía el convencimiento de la doble posibilidad, morir y vencer, regresar victorioso siempre fue el ideal, la meta y fue cumplida. Por ello, lo allí vivido debe resguardarse entre las actuales generaciones, para mantener viva la tradición de los cubanos en este orden: la decisión eterna de luchar por la independencia tanto en nuestras fronteras como en cualquier país del mundo”.
Hoy, con más de 70 años de vida, Elencio Ramón Fontaine Lovelle cumple su misión como cubano, como miembro protagónico de esta sociedad, como presidente de una de las agrupaciones de base de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana, como esposo, padre y abuelo.
Aunque aún persiste en él el pensamiento de entonces: “ir a Angola fue lo que quise hacer en aquel momento y estoy dispuesto a hacerlo de nuevo”, porque su confianza está cifrada en que “fue una experiencia que a pesar de ser combativa, dejó huellas de solidaridad, fraternidad, compañerismo pleno, camaradería, que me permitió tener medida de los sentimientos del hombre, la pureza de este hacia una causa justa, y que sin dudas, significó el fortalecimiento de valores y principios como cubano digno”.
Esta es la razón por la que muchos son los nombres de manzanilleros y manzanilleras que atesora la historia, porque enaltecen con sus actos a la Patria.