Elizabeth escribió su propia historia frente a la COVID-19 (+ Fotos)

Elizabeth escribió su propia historia frente a la COVID-19 en la sala de terapia del hospital Celia Sánchez  //Imagen de Eliexer Pelaez Pacheco
Elizabeth escribió su propia historia frente a la COVID-19 en la sala de terapia del hospital Celia Sánchez //Imagen de Eliexer Pelaez Pacheco

Manzanillo. Abril 22.- Para la joven manzanillera Elizabeth Fuentes Pacheco, los primeros 16 días del presente abril quedarán para siempre en su memoria por el aporte que brindó con su trabajo en la Unidad de Cuidados Intermedios (UCIN) del Hospital Provincial Clínico Quirúrgico Celia Sánchez Manduley, centro preparado para la atención a los pacientes positivos a la COVID-19 en este territorio oriental cubano.


Ella es residente del tercer año de la especialidad de anestesiología, y cumple por un período de tres meses con su rotación por el servicio de terapia, lo que le permitió estar en esta área de la zona roja atendiendo a los pacientes graves por las complicaciones de esta enfermedad.


«Allí dentro no hay tiempo para el descanso» así me dijo cuando compartía sus vivencias con esos dolientes que se disputaban entre la vida y la muerte a consecuencia del nuevo coronavirus Sars-Cov-2. «Fue una experiencia que nunca pensé que iba a vivir, impactante porque me tocó trabajar con esos pacientes positivos que se complicaban por sus diferentes cormobilidades.

Elizabeth Fuentes Pacheco //Foto Eliexer Pelaez Pacheco
Elizabeth Fuentes Pacheco //Foto Eliexer Pelaez Pacheco


Personas que tienen familia, que necesitan cariño, que requieren ser tocados y tratados como a cualquier otro enfermo», dijo esta muchacha que disfruta del merecido descanso en su casa luego de la cuarentena.


Ella fue una de las integrantes del equipo de cirugía, conformado por cuatro especialistas, que realizaron la primera operación de una paciente con COVID-19 que se complicó con una apendicitis. «Un grupo de expertos se reunieron para enfrentar este caso y nos confiaron esa misión a nosotros, que casi todos éramos residentes, uno en cirugía, dos en anestesia, y un enfermero. Tuvimos que hacerlo todo nosotros mismos pero estábamos bajo la supervisión de profesionales de cada una de las especialidades.


La intervención quirúrgica se realizó durante una hora y 30 minutos por las características que presentaba la paciente, por lo que teníamos que extremar todos los cuidados porque estábamos en contacto con fluidos y la vía aérea directamente. La paciente se recupera fácilmente y es trasladada entonces a la sala de terapia 2J donde mejoró totalmente su evolución, y al ser negativa recibió su alta médica», expresó la galeno.

Elizabeth dentro del salón de operaciones luego de la primera intervención quirúrgica a una paciente con COVID-19 en el hospital manzanillero //Foto cortesía de la entrevistada
Elizabeth dentro del salón de operaciones luego de la primera intervención quirúrgica a una paciente con COVID-19 en el hospital manzanillero //Foto cortesía de la entrevistada
Elisabeth (a la izquierda) en su trabajo dentro de la sala de terapia de la zona roja del hospital Celia Sánchez Manduley //Foto cortesía de la entrevistada
Elisabeth (a la izquierda) en su trabajo dentro de la sala de terapia de la zona roja del hospital Celia Sánchez Manduley //Foto cortesía de la entrevistada
Una pequeña representación de los jóvenes galenos que laboraron en la sala de terapia 2J en el hospital Celia Sánchez Manduley con pacientes positivos a la COVID-19 //Foto cortesía de la entrevistada
Una pequeña representación de los jóvenes galenos que laboraron en la sala de terapia 2J en el hospital Celia Sánchez Manduley con pacientes positivos a la COVID-19 //Foto cortesía de la entrevistada


De esas jornadas cuenta que lo que más le impactó fue la muerte de una persona joven que aunque en el momento de su deceso ya se encontraba negativo a la COVID-19, su fallecimiento ocurrió a consecuencias de las secuelas que le quedaron. «Los pacientes positivos que tuvimos se encontraban allí por presentar diferentes cormobilidades como la hipertensión, la diabetes, procesos cancerosos avanzados, entre otros.


Uno de ellos fue un bayamés que un día se encontraba conversando con nosotros de cómo se sentía, y al siguiente empeoró su cuadro tan rápido, a consecuencia de la rápida evolución que tiene la enfermedad, por lo que lo llegamos a ventilar, se intubó y a pesar de todo el esfuerzo de nuestro personal no pudimos rescatar y falleció por las secuelas dejadas».


«Esta es una enfermedad que ataca muy rápido, que todos pensamos que no nos va a tocar, podemos ser positivos y estar asintomáticos, y ya cuando comenzamos con el primer síntoma a veces es demasiado tarde».


Esta joven, que ya había dado su consentimiento para estar en la primera línea del combate que lleva el personal de la salud contra el virus, entró a la zona roja en el servicio de terapia el mismo día que comenzaba su rotación como residente en la sala 2J.


«Cuando supe que debía estar ahí de primer momento me impactó porque no me lo esperaba, pues uno tiene familia y si el llamado es de momento se deben preparar las cosas rápido. Todo lo resolví con agilidad por el apoyo de mi familia especialmente de mi esposo y de mi papá, además de mi mamá que está en el exterior en funciones de trabajo, y así pude asistir», manifestó.


La madre de esta muchacha Gloria Manuela Pacheco González, es licenciada en enfermería y profesora Auxiliar de la Facultad de Ciencias Médicas de Manzanillo. Hace un año se encuentra cumpliendo misión internacionalista en Angola.

Gloria Manuela Pacheco González, madre de Elizabeth //Foto cortesía de la entrevistada
Gloria Manuela Pacheco González, madre de Elizabeth //Foto cortesía de la entrevistada
Gloria cumple misión internacionalista en Angola //Foto cortesía de la entrevistada
Gloria cumple misión internacionalista en Angola //Foto cortesía de la entrevistada
Gloria forma a los nuevos licenciados en enfermería en Angola //Foto cortesía de la entrevistada
Gloria forma a los nuevos licenciados en enfermería en Angola //Foto cortesía de la entrevistada
Gloria a su llegada a Angola //Foto cortesía de la entrevistada
Gloria a su llegada a Angola //Foto cortesía de la entrevistada


Ella labora en el Instituto Politécnico de ONDJIVA provincia de Cunene como profesora colaborando en la formación de los futuros Licenciados de Enfermeria en este hermano país. Esta cubana siente un orgullo que su hija haya sido protagonista de grandes labores en el combate directo a la COVID-19.


A través de internet compartió su sentir y las emociones vividas al saber que Elizabeth estaba cumpliendo con esta función. «Fueron varios sentimientos encontrados al saber que mi hija entraría en la zona roja en el hospital Celia Sánchez Manduley, el de madre, el de profesional de la salud y el de revolucionaria.


Fueron días de mucha preocupación y noches de desvelo que aunque estoy lejos no pude evitar sobre todo en sus guardias estando al otro lado del celular esperando que entrara un mensaje de ella para saber como estaba su salud. En cada comunicación le brindé apoyo y la exhortaba a que cumpliera con los protocolos y con las medidas de seguridad para evitar enfermar.


El día que entró la felicite y le dije que estaba escribiendo su propia historia. También me llenó de satisfacción que el 4 de Abril cuando celebramos un aniversario más de la creación de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), organización a la que pertenece, y ya en las puertas de arribar a sus 30 años de edad lo pasara en la zona roja dando lo mejor de sí para salvar vidas humanas.


Como madre estoy orgullosa de mi hija porque sé que ama su profesión, caracterizada por los valores humanos y principios que le inculcamos en su formación desde el núcleo familiar inspirado siempre en el ejemplo personal.

Yo en su lugar habría actuado de la misma forma dando el paso al frente en cada tarea que sea asignada, y como yo digo jocosamente: De tal palo tal astilla», así confesó humildemente Gloria su alegría.

Elizabeth seca una de las lágrimas que le salen de la emoción cuando habla del apoyo de su madre //Foto Eliexer Pelaez Pacheco
Elizabeth seca una de las lágrimas que le salen de la emoción cuando habla del apoyo de su madre //Foto Eliexer Pelaez Pacheco


La emoción le llenó los ojos de lágrimas a Elizabeth al hablar de su mamá. «Pensar en ella durante esos días fue muy difícil porque está muy lejos y la extraño mucho, a pesar de la distancia ella me estuvo apoyando en todo momento, siempre tuvimos contacto a través del móvil y en los momentos más tensos me daba mucho aliento, me decía que siguiera al frente, que mirara hacia adelante y que no me derrumbara», no pudo hablar más y se le hizo un nudo en la garganta a esta joven.


Elizabeth también desea enviar un mensaje a la población que «se cuiden, que cumplan con todas las medidas de protección, que el virus es verdad que existe y es mortal, que nosotros hacemos todo lo posible para salvar vidas pero que en ocasiones se torna muy complicado por las indisciplinas y las irresponsabilidades», expresó Fuentes Pacheco.


Hoy, luego de haber brindado esta ayuda la joven galeno se siente diferente porque «fueron 15 días con la preocupación de que si puedes ser o no contagiado, es ver a esos pacientes en el estado que llegan a ponerse y uno se ubica en el lugar de ellos. Incluso tuve pacientes médicos y es difícil estar ahí con algunos temores, pero me siento alegre de haber podido dar mi aporte a la Patria».


Para ella es necesario que las nuevas generaciones se sumen a este combate, » me parece que todos los jóvenes debemos tener conciencia de lo que está pasando en nuestro país y de participar más, pues se necesita mucho de la ayuda juvenil en estos lugares», afirmó esta anestesióloga.

Parte del equipo de residentes que laboraron en la sala de terapia de la zona roja del hospital Celia Sánchez Manduley //Foto cortesía de la entrevistada
Parte del equipo de residentes que laboraron en la sala de terapia de la zona roja del hospital Celia Sánchez Manduley //Foto cortesía de la entrevistada


-¿Si llamaran a Elizabeth para volver a la zona roja, regresarías?

-Sí me iría porque el día de mañana podríamos ser nosotros mismos los que estuviéramos ahí. Además porque me gusta lo que hago, me gusta salvar vidas. Para mí esos días fueron de crecimiento personal y espirtualmente.


Elizabeth no estuvo sola nunca pues además del acompañamiento moral de su familia, allí directamente en su trabajo estuvo rodeada de otros 73 profesionales que integraron la brigada completa de enfrentamiento a la COVID-19 en la zona roja del hospital manzanillero que laboró durante la primera quincena de abril.

Hoy su barrio y vecinos también se llenan de orgullo porque Elizabeth y su mamá son dirigentes de base de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), organización cubana que les transmite todo el agradecimiento por este accionar contra la COVID-19.