“Ernesto Martínez Robles es un ejemplo, un paradigma de trabajador de la radio, una persona que se gana el respeto de quienes le rodean por su proyección como ser humano, educación, responsabilidad, profesionalidad”.
Estas palabras de la locutora Argelia Verdecia sintetizan un sentir y modo de pensar compartido por los miembros del colectivo de la emisora local Radio Granma, quienes reconocen en Ernesto al experimentado locutor y director de programas que distingue a la radiodifusión manzanillera, distinguido con el Premio Nacional de Radio 2018.
Los epítetos de Maestro, Profesor, que emergen de los labios bastan para comprender la dimensión de su ejemplo, de su entrega por 42 años a un medio comunicativo, a un pueblo que despierta cada mañana con la compañía de su voz.
Quizás su incursión en las diferentes facetas de la vida artística en la radio, facilitadas por su entrada al medio como fonotecario y su tránsito por la realización sonora, dirección de programas y de la planta radiofónica, y la locución, le han propiciado el conocimiento y dominio de este mundo ilimitado de recursos sonoros.
¿Qué representa para Ernesto? “La radio, mi novia de siempre” parece sencillo, o como él mismo dice “pudiera parecer una frase hecha, pero es así. Le he dedicado muchas horas de mi vida, estudiándola, tratando de comprenderla, de que ella me entienda, y creo que lo he logrado, porque sus oyentes gustan de lo que he realizado durante todo este tiempo”.
Con su voz matizada con los colores que le aportan los múltiples tonos, ritmos, junto a la intencionalidad, el dominio vocal, la seguridad, conquista al escucha. Y su estrategia es “seguir ese precepto de ir a donde el oyente quiera que la radio vaya, aunque dosificadamente desde el punto de vista comunicacional, brindándole lo que desea, pero con mesura, tacto, gentileza, respeto”.
Ese es su máximo trofeo, el placer del pueblo que extraña y reclama su estilo cuando no le escuchan en los amaneceres de la revista informativa Radar 1590, la que a la vez dirige hace tres décadas; cuando no perciben su jocosidad, naturalidad y familiaridad en las propuestas participativas de Lo que trae la radio; cuando falta a la cita romántica de Hacia la media noche.
Aunque también cuenta con la distinción de Artista de mérito de la Radio Cubana, el Premio a la Excelencia Artística como Locutor y Docente, la condición de Maestro de Radialistas, así como disímiles reconocimientos en festivales nacionales entre los que figura el Gran premio de la Radio Cubana. A ello se suma su consideración de que “uno de los más importante logros es haber permanecido dentro de su atractivo durante todo este tiempo”.
A la radio se debe como profesional y ser humano apasionado, pero le debe “la facilidad de comunicarme y comunicar, la posibilidad de intercambiar sobre el medio con personas de países foráneos a los que viajé, como Angola, Nicaragua, Venezuela. También el hecho de conocer la realidad de la locución cubana, desde el ejercicio hace más de 25 años al frente de la Comisión de evaluación artística del territorio oriental, que me ha permitido plantear o replantear mi trabajo, y nutrirme de lo que pueden aportar los más jóvenes”.
Precisamente esas nuevas generaciones, que tomaron de él la sabia para su crecimiento profesional, lo valoran como “un hombre con mucho conocimiento, un profesional importante dentro nuestro medio –a decir de la locutora Nilda Baños– que tiene una manera particular de enseñar, que merece nuestro respeto y admiración”.
Igualmente, el joven Rubiel Sánchez, quien ve en Martínez Robles “un patrón o modelo a seguir por nosotros. Un profesional estelar que no solo hace la locución y vive cada momento frente al micrófono como único, sino que comparte su saber; lo que lo convierte en una escuela”.
Cual fiel enamorado vuelve día a día junto a su novia, Radio Granma, a la que identifica con su timbre inigualable. Y aún distante no deja de sentirla vibrar en su pecho convencido de que “la radio no desaparecerá nunca, porque su magia no la tiene ningún medio de comunicación, y nada es comparable con ese encanto que absorbe, atrapa, que deja huellas”, como las estampadas por Ernesto Martínez Robles en la historia de la locución manzanillera.
Declaraciones de Ernesto Martínez: