Lo veo con su andar ágil y seguro, con su mano alzada saludando a cuanta persona se encuentra a su paso, lo siento preocupado hasta por el más mínimo detalle para que la obra luzca esbelta y renazca dentro de ella su esencia patrimonial y cultural.
Lo veo besando mi bandera, lo aprecio con una mirada lejana pero cercana, lo he visto caminar por esas calles adoquinadas que extrañarán su pisada, lo he escuchado con su verbo encendido, que oprime el corazón.
Lo veo con su andar ágil y seguro, con su mano alzada saludando a cuanta persona se encuentra a su paso, lo siento preocupado hasta por el más mínimo detalle para que la obra luzca esbelta y renazca dentro de ella su esencia patrimonial y cultural.
Lo veo abrazado y fiel a Fidel en tantas batallas, cual hermano cercano, o dándole un entrañable abrazo a Raúl.
Meditando o serio, o con la sonrisa a flor de labios, o con la sencillez de un cubano entre multitudes, diciendo el buenos días o las buenas tardes de siempre. Fundido entre todos, como un cubano más, como lo que fue, y lo que seguirá siendo.
El tiempo hala la memoria. Y hace que las huellas de este hombre, del amigo, del hermano queridísimo estén por todas partes. La Habana sabe a él, la Habana es él.
Apasionado por la historia, entregado a su Patria no solo por el conocimiento, sino también por la defensa de sus más queridos hijos, desde sus dotes de orador y ser humano de otra galaxia. Nos dejas eso. Una Habana rejuvenecida, el aprendizaje y el amor hacia la defensa de los valores patrimoniales. Nos dejas lo imperecedero, no solo para que lo disfrutemos o conozcamos las generaciones actuales, sino también para que las venideras también sean parte del milagro.
Nos dejas enseñanzas de amor y sacrificio, de humildad y modestia, de constancia, de sueños realizables con los pies sobre la tierra. Nos dejas el valor del compromiso, y lo mejor de tú apellido: lealtad a la Patria.
Eso eres Eusebio, nuestro Eusebio Leal de siempre. La Habana te recordará porque eres de los imprescindibles; ahora te cantamos con la reverencia eterna del legado que nos dejas. La Habana y Cuba te lloran, pero también te amarán por siempre.
Eusebio de todos.