Fidel junto los cubanos; heroísmo en la resistencia

CARACAS, Venezuela. —¿Cómo definirlo, si de él, la vida, la obra, los sueños, desbordan de humanismo la sinonimia? Si, quijote de estos y venideros tiempos, nada humano obvió –salvo su propio descanso–, y a decir del embajador cubano, Dagoberto Rodríguez Barrera, «después de traspasar los límites de la existencia física, vive». ¿Cómo llamarle?  

De muchas justas maneras se le invocó en la sala de Piso Blanco de la cancillería venezolana, donde 22 flashazos devuelven instantes del «guerrillero del tiempo», desde los días de la Sierra Maestra hasta sus osadías en Girón y Vietnam, bajo la metralla.

«La Revolución y el pueblo cubano tienen que estar muy alertas y unidos, frente al peligro que los amenazan». De los iniciales días de 1959 proviene la alerta de un Fidel que vibra en las entrañas; Dagoberto Rodríguez la recordó en la apertura de la muestra fotográfica que celebra los 96 años del del comandante invicto. 

Ese, «que ha reencarnado en millones de revolucionarios, el que junto a los cubanos, día a día escribe páginas de heroísmo en la resistencia, encara el criminal bloqueo de los EE.UU., trabaja por desarrollar al país con apoyo del caudal científico que él ayudo a formar; el que acompañó a los bomberos de Matanzas, y acompaña a nuestra América frente a las oligarquías corruptas y la opresión imperial; ese es nuestro Fidel», enfatizó Dagoberto.

La muestra homenaje al barbudo martiano lo revela en charlas con Ernest Hemingway, el Che Guevara, Allende; en el «¿voy bien Camilo», ante la muchedumbre habanera. Cuba y Fidel, pueblo y líder», semantizó Carlos Ron Martínez, viceministro de Relaciones Exteriores de Venezuela.

Ron Martínez lo definió «como un padre» para los revolucionarios de América Latina, y «una inspiración para los que luchan». «A los venezolanos «nos llegó de él y su pueblo, salud, solidaridad; este hombre, con su humanismo frente a la desenfrenada avaricia imperial, invita a ver a los excluidos que otros rehúsan mirar».  

A esa «luz en el camino a la soberanía» –visto así el homenajeado por la cantante rusa, Marina Poliévaya–, le dedicó en la ocasión dos interpretaciones el grupo musical, Granada, del país eslavo.