Firmes como en Baraguá

La intransigencia y dignidad de un amante de la libertad, demostrativa de la inquebrantable decisión de los cubanos de defender sus principios, tuvo su expresión el 15 de marzo de 1878 en la notable postura del Titán de Bronce.

 

El Lugarteniente General Antonio Maceo Grajales extendió sobre la tierra de Mangos de Baraguá la tenacidad y valentía de quienes, despojados de comodidades, tomaron la manigua con la convicción de conquistar la emancipación con el filo del machete.

 

Aquella solución que las huestes mambisas propusieron en la persona del Titán, a sabiendas de la impune firma del Pacto del Zanjón, confirmó que la rendición y la paz sin independencia no eran una opción para los cubanos; revalidó la voluntad de mantenerse sobre las armas pese al fragor de las batallas y el riesgo constante de perder la vida.

 

No era una vía entonces, como no lo es hoy, dejar a un lado los sacrificios, ni sumir la decisión de los insurgentes a la sombra de la España colonizadora en busca del progreso y la civilización. Su convicción de lucha, sus ideales de justicia e igualdad antes mancillados, debían seguir siendo de independencia o muerte.

 

Aquel espíritu de rebeldía es el mismo que a 141 años de la hazaña de Antonio Maceo, los cubanos de hoy preservan. Su estirpe se irradia en quienes mantienen con firmeza la voluntad de construir sus propios destinos, sin intromisión ni injerencias de intereses que, históricamente, buscan la supremacía de unos pocos y no de todo el pueblo.

 

Jamás será nuestra elección cejar ante las presiones del imperio, ante las amenazas crecientes de quienes buscan someter a los cubanos con políticas hostiles como el Bloqueo económico comercial y financiero, la Ley Helms-Burton calificada por expertos como la dimensión extrema del bloqueo existente por más de medio siglo, y sus renovadas ofensivas como la activación del capítulo III de esta, los proyectos de leyes para desconocer marcas cubanas, la expansión de la lista negra de empresas nacionales con las que los estadounidenses tienen prohibido hacer negocios.

 

Tal como Maceo “salvó la gloria, la idea y la bandera de la nación”, a decir del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, nosotros seguimos firmes en la voluntad de preservar incólume la obra revolucionaria cubana, la soberanía de su suelo y el vuelo sereno de la bandera de la estrella solitaria.

 

Cual herederos de esencias patrióticas como la del Titán de Bronce, del Apóstol José Martí, de Fidel, se reafirma la decisión de entonces; y la que en febrero del año 2000 estudiantes, trabajadores, y pueblo en general, firmamos como Juramento de Baraguá, en los albores de la Batalla de Ideas por el regreso del niño Elián.

 

Su vigencia hoy, está en consonancia con el compromiso del pueblo cubano de preservar nuestros logros y edificar el mañana sobre nuestro esfuerzo y dedicación. “Tenemos derecho a la paz, al respeto de nuestra soberanía y nuestros intereses más sagrados”.

 

Pese a sus doctrinas e infamias no han podido doblegar nuestra voluntad de lucha, y como juramos ante la gloria inmortal de Maceo, se hace latente el arrojo de resistir y vencer la lucha, en el campo de las ideas, con la firmeza irrenunciable a los valores y principios de esta nación.