Fotoreportaje: Conjunto Escultórico Celia Sánchez Manduley

Complejo escultórico Celia Sánchez //  Foto: Marlene Herrera
Complejo escultórico Celia Sánchez // Foto: Marlene Herrera

Uno de los sitios más llamativos en Manzanillo es el Conjunto Escultórico Celia Sánchez Manduley. Surgido a partir de un concurso ideado por Armando Hart Dávalos, es un singular homenaje a la Heroína de la Sierra y el Llano.

Fotos: Marlene Herrera

Los 137 escalones que van desde la calle Martí, hasta Luz y Caballero, atravesados por la Mártires de Vietnam, le han dado el nombre popular  “La Escalinata” a este Conjunto Escultórico  que rinde homenaje a Celia. El estar hechos de barro, tal vez nos remonta a la subida para llegar al punto más alto de la Sierra Maestra, donde ella, la Heroína de la Sierra y el Llano, colocara en 1953 un busto de José Martí. Así se asciende por la escalinata manzanillera hasta el último escalón, que nos regala su rostro custodiado por girasoles y palomas.

Estas son las primeras de las 23 cerámicas vidriadas que incluye el Conjunto Escultórico donde se reflejan elementos naturales que tienen que ver con la vida de Celia. Flores, pájaros, mariposas se recrean en las piezas colocadas en las paredes de las viviendas que ocupan estas dos cuadras de la calle Caridad, donde priman los colores blanco y azul, que unido al rojizo del piso, aluden a los tonos Bandera Cubana .
Estas son las primeras de las 23 cerámicas vidriadas que incluye el Conjunto Escultórico donde se reflejan elementos naturales que tienen que ver con la vida de Celia. Flores, pájaros, mariposas se recrean en las piezas colocadas en las paredes de las viviendas que ocupan estas dos cuadras de la calle Caridad, donde priman los colores blanco y azul, que unido al rojizo del piso, aluden a los tonos Bandera Cubana .

Algunos de los frisos empotrados en las paredes enchapadas en barro muestran elementos relacionados con las acciones militares de Celia, como puntas de fusiles que emergen por detrás de pétalos y hojas; y flores mariposas, que durante las guerras independentistas del siglo XIX tenían la tradición de adornar sus cabellos y trajes, donde escondían mensajes para el Ejército Rebelde.
Algunos de los frisos empotrados en las paredes enchapadas en barro muestran elementos relacionados con las acciones militares de Celia, como puntas de fusiles que emergen por detrás de pétalos y hojas; y flores mariposas, que durante las guerras independentistas del siglo XIX tenían la tradición de adornar sus cabellos y trajes, donde escondían mensajes para el Ejército Rebelde.

Una mezcla de versos tomados de la Elegía coral a Celia Sánchez, de la poeta Nancy Morejón, ocupa una pared de los laterales acompañada por un mar de girasoles, flor que se repite en todo el conjunto escultórico.
“La veíamos ayer en el patio de las picualas
al regreso de la granja encendida:
con su uniforme verde olivo y su estrella naciente.  
La veíamos ayer…
bajo un sol implacable,
recogiendo las flores de la
melancolía.
La veíamos ayer, alta y veloz,
repartiéndonos balas, néctares, rosas.”
Una mezcla de versos tomados de la Elegía coral a Celia Sánchez, de la poeta Nancy Morejón, ocupa una pared de los laterales acompañada por un mar de girasoles, flor que se repite en todo el conjunto escultórico.
“La veíamos ayer en el patio de las picualas
al regreso de la granja encendida:
con su uniforme verde olivo y su estrella naciente.  
La veíamos ayer…
bajo un sol implacable,
recogiendo las flores de la
melancolía.
La veíamos ayer, alta y veloz,
repartiéndonos balas, néctares, rosas.”

Referencia a Cinco Palmas, el histórico lugar donde el 18 de diciembre de 1956, se reencuentran Fidel y Raúl, aparecen cinco esbeltas palmas, árbol nacional de Cuba. Es este un reconocimiento al papel de Celia, quien había creado una red campesina de apoyo, sin la que hubiera sido imposible que Fidel, Raúl y otros expedicionarios hubieran sobrevivido.

En el mural principal aparece el rostro de Celia medio escondido entre palomas y girasoles, y asoman por detrás los gajos de la planta conocida como Corona de Cristo, en alusión al Marabuzal, sitio ubicado a unos ocho kilómetros de Manzanillo, donde Celia reunía a los combatientes de la lucha clandestina para continuar con la gesta libertaria. Es aquí donde habitualmente se realizan los homenajes a la flor más autóctona de la Revolución.

La obra creadora de Evelio Lecour, escultor y ceramista; y el arquitecto Néstor Garmendía, inaugurada el 9 de mayo de 1989, culmina con una sencilla cerámica vidriada donde aparece simbólicamente el nombre Celia, llevado por una paloma blanca, sobre un fondo azul.

Una madreselva en la parte alta del complejo monumental recuerda la casa ubicada en el municipio de Pilón donde habitó Celia Sánchez junto a su padre y sus hermanas desde el año 1940 hasta 1956. Justo enfrente una pequeña sala histórica completa el homenaje a una de las mujeres más importantes de la Revolución Cubana.

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