Fuerza octogenaria de mujer

La voz al otro lado del teléfono la delata enérgica y apasionada, con una devoción protagónica a la que hace honores desde «la doble condición de ser mujer y cubana, que es decir Revolución, como lo afirmara el Comandante Fidel en nuestro tercer congreso».

«Lo somos, claro que sí, una revolución dentro de la Revolución», afirma con la certeza del hoy, que a sus ocho décadas de vida define el tesón de hacer, crear, impulsar, en Isabel Palomino Martínez, o Cuca Palomino, como muchos llaman a esta fémina con dotes a imitar.

«Yo estaba allí, cuando lo dijo, porque tengo el privilegio de haber participado en los cinco primeros cónclaves de la Federación de Mujeres Cubanas», dice con orgullo, el mismo con el que aún dirige a las más de 300 integrantes del bloque 43, Una flor para Celia, de la organización en Manzanillo.

Con apenas 20 años aquella joven del poblado de Ceiba Caridad, en la zona rural del municipio, ya guiaba a otras, con el ejemplo de sus maestras, y asistía a la primera magna cita donde confluyeron pasión, derechos y principios para enrumbar el camino hacia la igualdad plena de las dadoras de la vida.

«Allí aprendimos de la fuerza de la mujer, y se planteó la estrategia a seguir para incorporar cada vez a más mujeres a la sociedad, a las actividades, guiarlas a salir del hogar para exigir desde las disímiles maneras por sus intereses y necesidades, como lo hacía la nación madre.

Isabel Palomino es una mujer de activa consagración a las tareas de la Revolución// Foto Cortesía de la entrevistada

«Y lo aprendimos especialmente de Vilma, con su sencillez, naturalidad, y a la vez firmeza; y de Fidel, con quien intercambiamos en los congresos del Partido Comunista de Cuba a los que asistí, y previamente en la graduación del curso para costureras de la Ana Betancourt, donde las campesinas aprendimos el arte de las agujas e hilos.

«Son sus ejemplos los que me hacen seguir dando energías a la Revolución, como nuestros médicos, seguidores de ese legado que no se detienen por el miedo ni lo peligroso de un virus; al igual que quienes desde el campo producen los alimentos; y yo entrego mi fuerza para ayudar a esta Revolución que nos ha dado tanto».

La consagración de Isabel se manifiesta hoy en la guía certera de las más jóvenes generaciones, en la organización del trabajo de la estructura femenina, en la promoción de los más legítimos valores que enaltecen a los habitantes de esta tierra cubana.

La suya es la historia vívida de que se es útil a la Patria en todos los tiempos, desde los frentes donde más se precise de la entereza y sensibilidad de la mujer cubana, sin importa la edad.

«Cuba y sus mujeres somos la evidencia de la grandeza de esta obra revolucionaria, que tiene de nuestra fibra profunda, que se nutre de esa mezcla ejemplar que caracteriza a las cubanas, capaces de hacer todo y hacerlo bien.

«Los derechos que nos dió la posibilidad de conquistar y que seguimos impulsando desde todos los sectores, en las primeras líneas de la sociedad, la producción, los servicios, la dirección del país, y el crecimiento que logramos en ella, nos hacen ser mujeres de Patria o Muerte».

Y como para acentuarlo lo reitera «de Patria o Muerte», que quiere decir de una vida que se consagra, si bien desde las principales organizaciones, en especial desde el deseo y convicción de eternizar a Cuba y su justa causa.

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