Messi volvió a salvar al Barcelona de dejar tres puntos en el camino de esta liga. Cuando el partido agonizaba, transformó una falta en el borde del área en gol. Un tiro libre cobrado a la perfección. Antes, Sansone había puesto el tanto de un Villarreal que soñaba con el triunfo.
Los azulgrana se lo tomaron con calma y respondieron sólo cuando se vieron con el agua al cuello. Ahí les echó una mano también Iglesias Villanueva para añadir más picante al partido. Y ahí apareció Messi para rescatar un punto insuficiente. Las aspiraciones al título son ya mínimas en este Barça tan frágil como un jarrón de porcelana.
Pronto se empina la cuesta de enero para este Barça. Su defensa está de rebajas y el resto no andan mucho más acertados. Especialmente Neymar, que ha convertido su problema del gol en el problema del Barça. En los pocos momentos que los de Luis Enrique encontraron soluciones al entramado defensivo amarillo apareció Neymar, atascado y errático como nunca en la definición. Lo del brasileño ya empieza a tener un componente psicológico. Preocupante.
Si Messi no desequilibra nadie ofrece un plan B. Así de sencillo. André Gomes es un alma en pena que pasea la camiseta azulgrana con una parsimonia que desespera. Luis Enrique insiste en el portugués pero las oportunidades se acaban. En el renombrado estadio de La Cerámica ofreció otra pésima actuación. Y ya van unas cuantas.
El Barcelona se apoderó del balón desde el inicio, también porque el Villarreal lo quiso, y se acomodó sobre un ritmo pausado al que acostumbra en las últimas fechas el equipo azulgrana. Marcha lenta y fragilidad defensiva. Ocurrió en Vigo, durante 45 minutos en Sevilla y en otros tantos campos. Neymar mandaba al limbo la primera a los ocho minutos en un mano a mano con Asenjo y sumó otra oportunidad fallada a la media hora, cuando se confió a la hora de empujar a la red un pase inmejorable de Suárez..
Mientras el brasileño echaba por tierra el trabajo en los últimos metros, Pato ponía a prueba la inseguridad de Mascherano, un día más retratado con espacios. El Villarreal se acercaba poco pero cuando lo hacía desnudaba al Barça con una facilidad pasmosa.
En su tercer acercamiento de la noche lo dejó literalmente en cueros. Mascherano se olvidó de su espalda, Pato midió genial los tiempos del contragolpe y Sansone hizo el resto. Una buena definición y la habitual presencia fantasma de Ter Stegen, que no falla pero tampoco decide. Pocos recuerdan una mano decisiva del alemán.
Se esfumaba la Liga y despertó el Barça, que tocó a zafarrancho. Casi todo lo que no hizo hasta entonces el equipo de Luis Enrique lo mostró para buscar la remontada. Velocidad, desborde… pero sin acierto. Y hasta sin fortuna. Messi se encontró con una parada de Bruno Soriano, que se disfrazó de Asenjo, e Iglesias Villanueva miró para otro lado. Sólo así se entiende que no viese una acción tan clara.
Fue una mano al cuello del Barça, que sumó otra ocasión única en un mágico disparo de Messi que se fue al palo. El partido había entrado en un estado de histeria al que el colegiado contribuyó con demasiada trascendencia. Se comió otra mano de Mascherano y poco después una tercera de Bruno.
Al menos cuando el partido se iba por el desagüe apareció Messi, desatascador en mano, para succionar un punto con un libre directo soberbio. Tan bonito como insuficiente en la carrera por la Liga. Esa que para el Barça, de aquí al final, será muy cuesta arriba.
(Tomado de Marca)