Hamlet Santos: instruir el arte es vida (+Fotos)

Hay quienes llevan el arte en el corazón; quienes sueñan y piensan en colores y melodías. Otros que avanzan entre máscaras de alegrías y tristeza como si el proscenio siempre estuviera bajo sus pies.

Entre ellos están esos que con una mirada descifran la magia y la irradian a su alrededor; jóvenes que dieron riendas a sus sueños de niñez y perpetuaron en sí mismos la esencia de un arte que viene de una raíz de identidad.

Hamlet Manuel Santos Castillo es uno de ellos: duende por vocación, instructor de arte por formación.

“Elegí ser instructor de arte porque tengo el amor por la enseñanza; antes de serlo era maestro primario. Nací en un seno artístico, mi papa fue instructor también, graduado de la escuela del Yarey, y actor profesional, por tanto desde pequeño he recibido de él todas las enseñanzas que me han encaminado a ese mundo teatral”.

Actuación de Hamlet con los aficionados que integran el Grupo Areguá // Foto: Denia Fleitas Rosales
Foto: Cortesía del entrevistado

“Un día se me dio la oportunidad de ingresa al curso de tres años y terminé como el mejor graduado de la especialidad de Teatro. Fue esa etapa la que me dio la oportunidad de trabajar en grupos profesionales como la Guerrilla de Teatreros, el guiñol Mi pequeño príncipe, y pararme en importantes escenarios provinciales y nacionales.

“Al regresar a Manzanillo me incorporé a  Casa de Cultura y desde esta institución me enfoco en el trabajo comunitario y en la labor con los estudiantes de la Facultad de Ciencias Médicas Celia Sánchez que lograron premios en el Festival nacional de artistas aficionados de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU).

A tan solo tres años de su graduación el joven ya ha visto el resultado del desempeño. Más allá de lugares, ganar una porción del corazón de los públicos es la mejor de las conquistas.

Foto: Cortesía del entrevistado

“El trabajo nuestro es efímero se queda en el momento del éxito. Por ello cada día se construye, para seguir buscando superación en el desempeño, para lograr aceptación en el público y que lo que enseñamos se impregne a la sociedad.

“Como instructor la meta es formar artistas y públicos conscientes de que van a observar y disfrutar una obra de arte, para que tengan criterios exquisitos”.

Inquieto, como si esa fuerza que le corre por las venas tuviera poder telúrico, abraza la escena. No importa si es un teatro, una calle, una plaza, una ciudad. Encarna el personaje como si suya fuera la piel para arrebatarle el corazón a una audiencia ávida de vivir la experiencia expiatoria junto al actor de Ategua.

Foto: Cortesía del entrevistado

“Hoy estoy trabajando con jóvenes de entre 14 y 16 años, y me gusta, porque mi edad es cercana y se nos hace fácil la comunicación; y porque creo que es el momento exacto para lograr el cambio en el pensamiento del ser humano.

“Al ser la adolescencia esa etapa de esponja psicológica, si tú llegas con algo tan mágico como el teatro, que te obliga a estudiar y asumir un comportamiento acorde a lo que aprendes, pues se logran grandes cosas, y mi sueño es formar actores profesionales”.

Cual maestro, que es por ende creador, su ejemplo es primordial. A la vez que instruye, trabaja y cursa el tercer año del Instituto Superior de Arte (ISA) de Santiago de Cuba. “Si yo puedo, ellos también. Aspiro a que ellos entren a la academia de títeres de Bayamo, que aprueben los exámenes del ISA, que si aman lo que hacen vayan con ese sueño hasta el final del mundo”.

Preparar a las nuevas generaciones de artistas es un deleite para Hamlet // Foto: Denia Fleitas Rosales
Foto: Cortesía del entrevistado

Para Hamlet Santos el arte es una forma de vida. Lo expone en esa sensibilidad y sencillez que tiene a flor de piel. “El artista tiene una cosa natural dentro y las cosas sencillas nos motivan y emocionan; transformar eso, agrandarlo, enseñarlo a otros, es único. Crear nuevos actores y en el público promover sentimientos, emociones, ideas, criterios, filosofías, nos realza como artistas”.

Y de la sonrisa de los niños se alimenta, la suya es una felicidad sin par afirma. “Estoy muy feliz porque al graduarme hice realidad mi sueño que es Fufucito, personaje que me llena de satisfacciones. El pueblo manzanillero lo ha logrado, porque ya dejé de ser El Chino o Hamlet, soy para la mayoría Fufucito. Ese personaje infantil y ese reconocimiento no tienen precio”.

Foto: Cortesía del entrevistado

Bajo la cosmología de que las metas del ser humano deben ser de 24 horas, “me pongo metas diarias, y celebro lo alcanzado como actor, declamador, instructor de arte.  

“Espero que Dios me siga regalando pasión a mí y a quienes han contribuido a mi formación, porque soy un muchacho de pueblo y de él he sacado mi esencia: de mi barrio, mi familia, mis profesores, mi conga, mi Manzanillo”.

En Hamlet cobran vida las máscaras. Con la sonrisa del alma y el amor por enseñar, frases y gestos, el teatro, alcanzan locuacidad infinita.