Hay que buscar el camino que acaba con la indisciplina

Rayar y pintar los lugares públicos es otra indisciplina común // Foto: Denia Fleitas

Por sus voces no sobrepasan los 15 años de edad. Son cerca de las tres de la madrugada y el grupo avanza sin importarle la hora, ni que en el vecindario todos duerman. Con las características aun de la niñez, suben y bajan las aceras, tocan en las puertas y ventanas, patean cestos de basura y para completar la mala impresión, cantan a voz en cuello al compás del reguetón que sale de la bocina portátil con sus ya acostumbradas cochinadas sobre sexo.

De eso hablamos cuando se dice indisciplina social. De esa actitud reprochable que no sólo habla por sí sola de la mala educación, la incultura e incluso la irresponsabilidad de la familia en la crianza de los hijos, sino, y es lo más preocupante, de la generación que en poco tiempo se hará cargo de los destinos de un país.

Buscar quién es el culpable de que nuestros muchachos se comporten de tal manera no es la esencia del problema  porque esa culpa como pelota rebota de la casa a la escuela, de la escuela al barrio, del barrio a las instituciones culturales y así, en un gran círculo vicioso, en el que finalmente todos tienen una cuota de  responsabilidad.

Por tanto, más que culpar, hay que razonar y determinar la raíz del problema para poder exterminarlo de cuajo.

Es la casa, el hogar, donde se vive el primer y más importante reflejo de cómo debe ser el comportamiento, en cualquier lugar que nos encontremos, o a cualquiera de las horas del día o de la noche. Principios morales y éticos correctos, patrones de conducta basados en el respeto, la honestidad, y la generosidad, son la base para formar personalidades con la disciplina como bandera en cualquier circunstancia.    

Que los amigos influyen, sí. Que el ambiente influye, también. Pero cuando usted enseña a su hijo desde pequeño que todo le es lícito, pero no todo conviene; todo le es lícito, pero no todo edifica; y es un buen ejemplo por su proceder siempre correcto, es más difícil que se lo encuentre en el grupo que trasnocha, haciendo sabe Dios qué cosas, y destruyendo todo a su paso.

Entonces, más nos vale que nos ocupemos de formar verdaderos valores en esa generación que se levanta un tanto distorsionada, porque si encontramos el camino correcto, de seguro se echa por tierra el refrán de que árbol que nace torcido jamás su tronco endereza, y nuestros muchachos, y la familia, y la sociedad lo agradecerán.

Un comentario en “Hay que buscar el camino que acaba con la indisciplina

  1. he de reconocer que habia perdido las esperanzas de que alguien hablara del tema en una publicacion estatal, ahora hace falta que «alguien» lo tome en serio y «algunos» con el poder de determinar comiencen a tomar cartas en el asunto.

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