Heroínas de siempre (+Fotos, Video e infografía)

Maricel Borges es una ganadera del municipio Manzanillo, usufructuaria de dos caballerías de tierra // Foto: Denia Fleitas Rosales
Maricel Borges es una ganadera del municipio Manzanillo, usufructuaria de dos caballerías de tierra // Foto: Denia Fleitas Rosales

Alas como de mariposa tienen las mujeres cubanas, revolotean con la gracia de su estirpe guerrera y en cada espacio al que llegan dejan rastros de entereza y virtud.

Más allá de encantos físicos conquistan con el quehacer de sus manos y la sensibilidad de los corazones, dados a ellas al parecer para ungir la obra con la miel de su cariño y hacerla invencible, máxime cuando son referente de un empoderamiento tomado a sangre y sudor, y que les enorgullece porque a decir de una de nuestras científicas “las cubanas nacemos empoderadas”.

Lo saben nuestros campos, las ciudades, las industrias, los hogares, las cubanas son desafiantes y verdaderas heroínas en estos más de 60 años de Revolución, sobrepuestos a siglos de discriminación.

Cuando los primeros rayos del sol iluminan los rostros femeniles en las faenas que extraen las riquezas de la tierra, se percibe el éxito de las políticas de la Mayor de las Antillas a favor de que ellas gocen de los mismos derechos en materia de equidad de género.

Maricel en el proceso de ordeño al despuntar la mañana // Foto: Cortesía de la entrevistada

Cada amanecer de la manzanillera Maricel Borges Rondón es una oda a esa conquista. Desprovista de miedos y tabúes ata las vacas de su corraleta y sin descuidar la del ternero, ordeña con habilidad las ubres para llevar la leche a niños que lo necesitan.

“Hace siete años que pedí las dos caballerías de tierra en usufructo, aquí en El Dagamal; rápido a mis cinco vacas sumé 15 novillas, y ya tengo 61 animales con los que cumplo mis planes de entrega a la Cooperativa de Créditos y Servicios Aníbal Arceo Fonseca y aporto anualmente siete mil litros de leche y dos mil 50 kilogramos de carne”.

Esta ganadera de 51 años es una de las 110 usufructuarias de tierras del municipio Manzanillo, donde las señoras representan el 19.3 por ciento de los afiliados a la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP).

“Yo me siento a la par de los hombres, amarro la vaca, ordeño, pastoreo, cojo el machete y pico la leña. Con amor y dedicación todo sale; y soy tan femenina como una bailarina”, comenta sonriente mientras pastorea su ganado.

“Nosotras tenemos una tarea grande, atender la casa, el trabajo, enfrentarnos a la vida día a día, y seguimos adelante, porque nuestra libertad vale más que todo”.

Desde los 19 años comenzó su vida laboral en el ordeño mecánico, y su tránsito por diferentes desempeños en el sector le llevó a ser jefa de unidad y ahora lidera su propia finca con proyecciones de incrementar sus novillas y espacio agrícola para incursionar también en el ganado ovino-caprino.

Con 51 años Maricel es una de las asociadas a la ANAP con resultados de eficiencia en Manzanillo // Foto: Denia Fleitas Rosales

“Es gratificante aportar a mi país y mientras tenga fuerza de voluntad y salud seguiré haciéndolo, con ayuda de la naturaleza claro, porque el trabajo me quita la necesidad de depender del hombre, gano mi sustento y el de la familia”.  

En Cuba más que un objetivo de desarrollo sostenible, la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de las mujeres y niñas es una de las esencias del proceso emancipador, del cual también ellas son protagonistas desde la proclama de Ana Betancourt por los derechos de las más sensibles, y actualmente en la implementación del Programa Nacional de Adelanto de las Mujeres.

De la mano de políticas públicas que reconocen el trabajo como derecho y deber, en función de la búsqueda de ingresos para la manutención de la familia, las damas escalan peldaños, superan estereotipos y concepciones patriarcales, y más allá de las tareas del hogar, se incorporan de forma equitativa al empleo, se insertan en actividades de todo tipo y ocupan cargos y responsabilidades desde el primer nivel, lo que las hace activas partícipes de la vida socioeconómica del país.

Se dice que Cuba es mujer, en tanto ellas representan el 50.39 por ciento de la población, según datos del cierre de diciembre pasado. Las cubanas son el 45.9 por ciento del total de ocupados en el sector estatal civil, y mayoría en ramas como la salud, educación, en el sistema de ciencia e innovación tecnológica; a la vez que personifican el 34 por ciento de los trabajadores por cuenta propia.

Infografía: Marlene Herrera Matos

Constituyen el 68 por ciento de la fuerza técnica y profesional, ocupan el 52.3 por ciento de los cargos en los órganos de la administración central del Estado, mientras que en el Parlamento y en el Consejo de Estado encarnan el 53.22 y 52.4 por ciento, respectivamente.

No en vano, de ellas “como de Midas, que truecan todo en oro”, germinan éxitos productivos desde la consagración, respaldados con títulos honoríficos como el de Heroína del Trabajo de la República de Cuba, que ostenta con humildad Salvadora López Rivera, y otras dos hijas de Manzanillo, referentes del sector pesquero en esta localidad bañada por las aguas del Golfo de Guacanayabo.   

Salvadora López Rivera es una de las heroínas del Trabajo de la República de Cuba de Manzanillo // Foto: Marlene Herrera Matos
Nuestras heroínas, referentes del sector pesquero en esta localidad bañada por las aguas del Golfo de Guacanayabo // Foto: Denia Fleitas Rosales

“Entré de 16 años de edad al combinado pesquero en el descole del camarón, recuerdo que mis manos no se veían cuando descolaba; pasé al envase, fui pesadora de las cajas para exportación, y aprendí todos los procesos de la industria, guiada por el ejemplo de veteranas como María Eloina Zambrano, Lupe Reyes. Me convertí en procesadora de productos del mar y lo seré, aún jubilada para lo que me necesite la Empresa Pesquera Industrial de Granma estoy aquí”, dice Salvadora con emoción porque “ese privilegio de que las mujeres estemos en todos los puestos es un orgullo”.

El pleno ejercicio de derechos de las cubanas, con brechas aún por cerrar, es también una herencia como la de esta apasionada por el olor a mar, hija de padre pescador; y como la que Maricel deja a su hijo, hombre, sí, pero consciente del valor de una madre, de los sacrificios de esos seres que a su cuesta llevan un hogar, una responsabilidad social, un compromiso con el tiempo que viven y con las féminas que le preceden. Sin dudas, las cubanas todas, son heroínas de siempre.

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