El arte de enseñar es uno de los más nobles, es ayudar a las personas a direccionar su vida y mostrarle un mundo diferente a los que deciden transitar por este camino de números y letras.
Desde muy pequeños asistimos a la escuela y en ocasiones despreciamos esta bondad que los cubanos disfrutamos de manera gratuita en todos los niveles de la educación.
Esta carrera la corremos gracias a profesores que dedican parte de su vida y esfuerzos a regalar sus saberes, Marta López, desde hace 19 años , consagra su tiempo a este fascinante entorno de encanto y magia; ella trabaja en la escuela primaria José de la Luz y Caballero, allí imparte a los pequeños la asignatura de computación.
“Desde muy pequeña me incliné por esta profesión, puesto que mi mamá era maestra y me inculcó desde edades tempranas este maravilloso mundo del magisterio; yo cogía las tizas y sentaba muchos de mis muñecos simulando un aula y les daba clase y los mimaba como si fueran niños de verdad».
«Esta profesión es para disfrutarla, para vivirla con intensidad y mucha pasión; me gustan mucho los niños y ver como aprenden, se desarrollan y desempeñan sus habilidades, según su etapa».
«He tenido a lo largo de estos años varios logros desde mi vida profesional, las investigaciones es otra de mis pasiones, he participado con mis trabajos en eventos de pedagogía, de calidad de enseñanza del aprendizaje, con trabajos que van encaminados directamente al maestro, para apoyarlos en el perfeccionamiento de su labor con los estudiantes».
«Estos trabajos han tenido éxito, se han llevado a cabo en la enseñanza primaria según como lo aplique el maestro; yo lo hice a través de una metodología general, entonces los maestros según el grado, las características de los niños pues pueden aplicarlo porque tienen las armas necesarias para este empeño».
«Me siento orgullosa, le debo mucho a la Revolución que me ha ayudado a realizar con éxitos mi desempeño como profesora».
«Para mí estos años han sido una escuela, en mi trabajo cada día vivo una nueva enseñanza, una lección de vida, tengo mucho que agradecerle laboral y personalmente al hecho de ser maestra, me ayuda a superarme, a crecerme como ser humano, ha desarrollado valores que ayudan muchísimo en mi familia; como madre me ha dada herramientas para actuar en diferentes ocasiones. Me siento satisfecha como persona, maestra y como compañera».
«Durante mi caminar laboral me han sucedido muchas cosas que llenan mi vida de satisfacción y me hacen sentir útil en la sociedad, no solo como maestra sino también como persona; hace cinco años me ocurrió algo que desde aquel entonces marca mi vida: un niño que yo veía no tenía las características propias de sus compañeros de aula, pues sencillamente y de forma aleatoria lo escogí para tratar de guiarlo y motivarlo a que él superara sus complejos y lograra ser mejor, ahí entendí la frase de José de la Luz y Caballero: instruir puede cualquiera, educar sólo quien sea un evangelio vivo».