El conductor de camiones Abu Fawzi pensaba que se trataba sólo de otro trabajo, aunque a través de uno de los territorios más peligrosos en el norte de Siria.
Sin embargo, ni los puentes bombardeados ni la arena del desierto ni incluso los combatientes del autodenominado Estado Islámico (EI) o las fuerzas gubernamentales que luchan contra ellos se interponen cuando tiene que hacer una entrega. Pero esta vez se trataba de una carga humana.
Las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), aliadas de los combatientes kurdos y árabes que se oponen a EI, quieren que Fawzi lidere un convoy para llevar a centenares de familias de desplazados por los combates desde la ciudad de Tabqa, junto al río Éufrates, a un campamento más al norte.
El encargo le llevaría unas seis horas máximo o al menos eso fue lo que le dijeron. Pero cuando Fawzi y sus compañeros reunieron su convoy, temprano el 12 de octubre, se dieron cuenta de que les habían mentido.
La realidad era que el encargo les llevaría tres días y que se disponían a transportar una carga letal: cientos de combatientes de EI, sus familias y toneladas de armas y munición.
A Abu Fawzi y otra docena de conductores les prometieron miles de dólares por el trabajo, pero tenía que permanecer en secreto.
El acuerdo para que los combatientes de EI pudieran escapar de Raqqa —la capital de facto de su autodeclarado califato— había sido arreglado por los funcionarios locales.
Llegaba tras cuatro meses de combates que dejaron a la ciudad arrasada y casi sin gente. Significaría el final de la lucha. Los árabes, kurdos y otros que se oponen a EI se salvarían.
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Pero también posibilitaría que cientos de militantes de EI escaparan de la ciudad. En ese momento, ni la coalición liderada por EE.UU. y Reino Unido, ni las FDS querían admitir su parte en el trato.
¿Desató el pacto, que permaneció como un secreto, una amenaza para el resto del mundo al permitir que los militantes se expandieran a través de Siria y más allá de sus fronteras?
Aunque fue un pacto alcanzado en secreto, la BBC habló con varias personas que o formaron parte del convoy o lo vieron, y con los hombres que lo negociaron.
Éxodo
En Tabqa, Abu Fawzi y el resto de conductores esperan a que se arregle el motor de un camión.
Están enojados. Pasaron semanas desde que arriesgaron sus vidas en un viaje en el que los camiones se rompieron, pero aún no recibieron el pago. Fue un viaje al infierno, dijo Fawzi, claramente el líder del grupo.
“Tuvimos miedo desde el momento que entramos a Raqqa”, dijo.
“Se suponía que iríamos con las FDS, pero fuimos solos. Al entrar, vimos los combatientes de EI con sus armas y cinturones explosivos. Si algo iba mal, bombardearían el convoy. Incluso las mujeres y niños vestían cinturones explosivos”.
Las FDS lideradas por los kurdos sacaron a los medios de Raqqa. La salida de Estado Islámico de su base no sería televisada.
Miles de personas, toneladas de armas
Públicamente, las FDS dijeron que solo unas pocas decenas de combatientes pudieron salir, todos de ellos sirios.
Pero uno de los conductores del convoy dijo que eso no era cierto.
“Llevamos alrededor de 4.000 personas, incluidas mujeres y niños. Cuando entramos en Raqqa, pensamos que había que recoger a 200 personas. Sólo en mi vehículo había 112”.
Otro conductor dijo que el convoy tenía entre seis y siete kilómetros de largo. Incluía al menos 50 camiones, 13 autobuses y más de 100 vehículos de Estado Islámico.
Un video filmado en secreto y que le pasaron a la BBC muestra camiones con remolques llenos de hombres armados. A pesar de que lo acordado era sólo llevar armas personales, los combatientes de EI agarraron todo lo que se podía transportar. Diez camiones estaban cargados con armas y munición.
Esto fue mucho más que una evacuación, fue un éxodo del llamado Estado Islámico.
También se acordó que ningún combatiente extranjero —los que no son de Siria ni de Iraq— podría salir de Raqqa con vida.
Sin embargo, había extranjeros en el convoy, según los conductores.
“Había un gran número de extranjeros. De Francia, Turquía, Azerbaiyán, Pakistán, Yemen, Arabia Saudita, China, Túnez, Egipto…”.
A la luz de la investigación de la BBC, la coalición ahora admite el papel que jugó en el acuerdo. Se permitió a unos 250 combatientes dejar Raqqa, junto con 3.500 familiares.
“No queríamos que nadie saliera”, dijo el coronel Ryan Dillon, portavoz de la Operación Determinación Inherente, la coalición occidental contra EI.
“Pero esto va al corazón de nuestra estrategia, ‘por, con y a través’ de los líderes locales en el terreno. Todo depende de los sirios: ellos son los que luchan y mueren, ellos toman las decisiones sobre las operaciones”, dijo.
El coronel estuvo presente en las negociaciones, pero no fue una “parte activa de las discusiones”. Dillon mantiene, sin embargo, que solo cuatro combatientes extranjeros salieron y están ahora bajo custodia de las FDS.
Pero según Abu Fawzi, había tres o cuatro extranjeros por vehículo.
Mientras el convoy se adentraba en el desierto, Abu Fawzi, desde la cabina de su camión, vio como un avión de la coalición sobrevolaba el convoy.
La coalición confirmó que aunque no tenía personal en terreno, monitoreó la operación desde el aire.
Pasado el último punto de control de las FDS, ya dentro del territorio controlado por EI, una aldea entre Markada y Al-Suwar, Abu Fawzi llegó a su destino. Su camión estaba lleno de municiones y los combatientes lo querían oculto.
Cuando finalmente regresó de su viaje, las FDS le preguntaron donde había dejado su “mercancía”.
“Les mostramos la localización sobre el mapa y él lo macó para que el ‘tío Trump’ pueda bombardearlo más tarde”, contó Fawzi.
La libertad de Raqqa fue comprada con sangre, sacrificio y compromiso. El acuerdo liberó a sus civiles atrapados y terminó la lucha por la ciudad. Los miembros de las FDS ya no tendrán que que morir asaltando el último escondite de EI.
Pero los combatientes no se quedaron quietos por mucho tiempo. Liberados de Raqa, donde estaban rodeados, algunos de los miembros más buscados del grupo ahora están dispersos a lo largo y ancho de Siria y más allá.
El conductor Abu Fawzi contó que durante la travesía, los combatientes se mantuvieron desafiantes.
“Dijeron: ‘Avísennos cuando reconstruyan Raqqa; volveremos’”.
(Tomado de BBC)