José Martí vive en la Patria

José Martí

A 123 años del disparo que hizo caer al cuerpo hidalgo, cabalga todavía el Apóstol diseminando la semilla de la libertad. De saco oscuro y pantalón claro, sigue ante las huestes de cubanos y cubanas, de latinoamericanos.

A la sombra de su sombrero negro de fieltro tipo castor van las ideas.  “Con todos y para el bien de todos”, “hacer es la mejor manera de decir”, “haga hombres, quien quiera hacer pueblos”; “pensar es servir”; “una idea enérgica, flameada a tiempo ante el mundo, para, como la bandera mística del juicio final, a un escuadrón de acorazados”.

En similitud a las pisadas de aquel calzado de borceguíes negros, marchan las de los hombres que por la Madre Patria andan recordando que “la América ha de promover todo lo que acerque a los pueblos, y de abominar todo lo que los aparte”; “…y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes”; “antes que cejar en el empeño de hacer libre y próspera a la patria, se unirá el mar del Sur al mar del Norte, y nacerá una serpiente de un huevo de águila”.

De su revólver de cabo de nácar salen como balas: conciencia, integración, deber, patriotismo, vocación, independentismo, erudición, antirracismo, antiimperialismo, humanismo.

Camina entre los hombres y mujeres que le honran en su hacer diario, que escrudiñan y se apropian de su pensar; que crean, construyen, luchan, vencen. Existe, entre esos que hacen por la comunidad de intereses, por la unidad de tradiciones y de fines, por la fusión de amores y esperanza; entre quienes forjan por la Patria.

“¡Oh, que dulce es morir cuando se muere luchando audaz por defender la patria!”- dijo ante su madre el noble Abdala. Pero no ha muerto. José Martí vive, porque la “¡Nubia venció!”. Logró salvarla.