Josué, Floro y Salvador: siempre vivos en el corazón del pueblo

Josué País, Floro Vistel y Salvador Pascual

El 30 de junio de 1957 mueren a causa de la furia de los esbirros de Batista, los revolucionarios Josué País, Floro Vistel y Salvador Pascual, notables exponentes del arrojo juvenil de esta parte de la historia nacional, y de la lucha clandestina en el oriental territorio de Santiago de Cuba.

 

Floro y Salvador, cayeron en el interior del carro en el que se desplazaban, pero las fuerzas tiranas lideradas por Rolando Masferrer, se ensañaron profundamente con el hermano de Frank País, a quien ultimaron cuando era trasladado herido hacia el hospital.

 

Sin embargo, no pudo el enemigo apagar las ideas y principios de aquellos valerosos muchachos, quienes tiñeron con sangre el suelo patrio y se volvieron paradigmas de lucha para otros tantos de su misma generación, gracias a los cuales hoy disfrutamos de una Cuba libre y soberana.

 

De ellos aprendimos a no sentir temor cuando se protagoniza una causa movida por las ideas independentistas y patriotas, era el amor por la isla que les vio nacer, motivo suficiente para desafiar la muerte con tan solo 23 años de edad, justo cuando se suponía que comenzaban a vivir.

 

Mas no fue la caída física razón para olvidarles, hoy, a casi seis décadas de aquellos cruentos sucesos les recordamos como paradigmas de lucha y espíritu abnegado. Son ellos, como otros tantos, ejemplos para estar a la vanguardia del presente, esos que nos convocan a otras batallas en un escenario donde se respira libertad y paz.

 

Imagino entonces el profundo sentir que se apoderó de Frank ante la pérdida de sus compañeros y del hermano querido, pero mayor fue su orgullo cuando supo que Josué, aun débil y abatido por el dolor, mostró resistencia y no dudó en expresar muy seguro de sus principios un fuerte ¡Viva Fidel! ¡Viva la Revolución!

 

Estos son los hombres que merecen ser inmortalizados por la historia, los que no conocen de miedos, sino de sacrificios, entregas, y desafíos, los que se privan de una vida terrenal plena para optar por la existencia en la memoria del pueblo que les admira y quiere eternamente.