La Covid-19 vista desde un Centro de Aislamiento

Centro de aislamiento Residencia Estudiantil Dr. Fermín Valdés Domínguez, para el alojamiento a los viajeros, en función de la vigilancia epidemiológica con el propósito de descartar su condición de sospechosos al nuevo coronavirus, en el municipio Cotorro, en La Habana, el 26 de marzo de 2020.  ACN   FOTO/Marcelino VÁZQUEZ HERNÁNDEZ/sdl
Centro de aislamiento Residencia Estudiantil Dr. Fermín Valdés Domínguez, para el alojamiento a los viajeros, en función de la vigilancia epidemiológica con el propósito de descartar su condición de sospechosos al nuevo coronavirus, en el municipio Cotorro, en La Habana, el 26 de marzo de 2020. ACN FOTO/Marcelino VÁZQUEZ HERNÁNDEZ/sdl

Oír hablar de los Centros de Aislamiento parece algo lejano hasta que alguien cercano a nosotros resulta sospechoso de padecer la Covid-19 y es enviado al lugar.

En los primeros momentos que los especialistas le manifiestan a una persona que lo trasladarán hacia una de esas instalaciones se siente un poco de temor, sin embargo, con el paso de los días se toma conciencia de que la medida es indispensable para cortar el contagio con el letal virus y proteger la vida de todos.

Una de las medidas que se ha tomado como solución para frenar la pandemia es la creación de Centros de Aislamiento donde especialistas de la salud velan por la vida de cientos de cubanos. A tales fines se adecuan instalaciones que antes cumplían otros fines y se ha preparado al personal seleccionado para ello.

Allí se labora para romper la cadena de trasmisión del virus y lograr así que el número de infectados descienda en Cuba. Esta decisión a la que el Estado dedica cuantiosos recursos contribuye a detectar con mayor eficacia si alguien presenta síntomas de la enfermedad.

En los Centros de Aislamiento se encuentran las personas que según el sistema de salud tienen un riesgo epidemiológico alto; tal es el caso de quienes han estado en contacto cercano con casos positivos, o han llegado a la nación, procedentes de otros países.

“Es esmerada la atención de los médicos, enfermeras, así como, del grupo de voluntarios que se ocupan de la limpieza, la cocina y entrega del desayuno, meriendas, almuerzo y comida en la propia cama. Varias veces en el día se higieniza el cubículo y aplican el hipoclorito en los diferentes espacios, además de estar atentos al estado de salud de los que allí estábamos y garantizar el aseo personal”.

José Fidel García Valenzuela, de 39 años de edad, quien permaneció durante nueve días en el Centro de Aislamiento Los Almendros, del municipio Playa, La HabanaFoto tomada de FB

Así se expresó José Fidel García Valenzuela, de 39 años de edad, quien permaneció durante nueve días en el Centro de Aislamiento Los Almendros, del municipio Playa, La Habana, por ser contacto de una persona positiva. Contó también que las camas están separadas a dos metros de distancia, disponen de las soluciones cloradas para la higiene requerida, y todas las demás condiciones para que el periodo de aislamiento transcurra sin problemas.

“Con frecuencia los especialistas nos chequeaban los signos vitales: frecuencia respiratoria, cardiaca y la temperatura”.

Al referirse a los que trabajaban en el Centro manifestó que ellos mismos estaban totalmente aislados, lejos de sus familias por el tiempo que fuera necesario su aporte.

“También estuvieron atentos también a nuestro estado de ánimo para conversar sobre algún tema de interés si nos notaban decaídos, y hasta hacer algún chiste que nos hiciera olvidar el aislamiento”.

El también profesional de la plástica no escatima elogios cuando habla del personal que olvidando la posibilidad de contagiarse velaron todo el tiempo por la salud de las más de 70 personas que allí se encontraban. “Es un lugar donde se valora de cerca la vida y el altruismo de cada uno de sus trabajadores”, concluye.

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