Hace seis meses, desde el pasado 20 de marzo, el manzanillero Valentín Vázquez Escalona llegó a la República Bolivariana de Venezuela para brindar su solidaridad al pueblo de esta hermana nación en el combate del nuevo coronavirus Sars-Cov-2, causante de la COVID-19.
Por un tiempo quedaron detenidas sus labores como médico del policlínico número uno Francisca Rivero Arocha, para ser parte ahora del glorioso batallón del ejército de las batas blancas que tiene como principales armas el amor y la voluntad de sanar a los enfermos.
“Asumí el llamado de venir con el gran compromiso de llevar esta tarea con la responsabilidad que requiere, y como siempre lo han hecho nuestros médicos en cualquier parte del mundo, con el propósito de salvar vidas y ayudar a los más necesitados”, me transmitió este médico a través de una conversación por redes sociales, gracias a las bondades y facilidades que nos brinda el internet.
Valentín se desempeña como especialista en primer grado en Medicina General Integral (MGI) en el Centro de Diagnóstico Integral (CDI) Lecumberry, enclavado en los Valles del Tuy, exactamente en el estado de Miranda, donde ya tiene varias anécdotas que contar.
La más reciente tiene que ver con una vivencia en una de las pesquisas diarias que realizan en los barrios venezolanos. “Como todos los días vamos en busca de los casos positivos a la COVID-19, en una de esas jornadas encontramos a una paciente que salió a darnos las gracias en nombre de su comunidad por todo el trabajo que estamos haciendo y expresó que gracias a nosotros el pueblo venezolano ha disminuido el índice de contagios. Eso me llenó de alegría, al saber lo mucho que valoran nuestra labor”, dijo.
Valentín es otro de los valientes que constantemente se enfrenta cara a cara con la pandemia, por eso le sobran los argumentos para valorar la actitud de los médicos cubanos frente a esta batalla. “La postura de nuestros colegas ha sido buena y siempre poniendo bien en alto las ideas de internacionalismo, solidaridad y heroismo de nuestro Comandante en Jefe; valores que a nosotros nunca nos han faltado y que nos distinguen de cualquier personal de la salud en el mundo. Como los médicos cubanos no hay nadie”, agregó.
Este manzanillero se ha alejado dos veces de su familia para dejar su huella de altruismo, primero desde agosto de 2017 a diciembre de 2019 en Brasil, y ahora en Venezuela.
Siempre en su casa número 198 de la calle Astillero entre Sol y Loma lo esperan con ansiedad para demostrarle el orgullo que sienten de contar con un médico internacionalista.
“A mi familia la extraño mucho, pero el deber me llama hoy. Estoy alejado en estos momentos pero a todos los tengo muy cerca en mi corazón”.
Al preguntarle que si ha sentido miedo por enfrentar una situación epidemiológica tan fuerte, con características especiales nunca vividas y lo letal que es el virus, confiesa: “no he sentido miedo, pero hay que tener claro lo peligroso que es este virus, y que todo cuidado es poco. Para lograr el éxito hay que cumplir con las medidas higienicas que permitirán no contagiarnos”, concluyó el galeno.
