La Habana-. La renovación de varios organismos de integración y, en paralelo, la creciente movilización de organizaciones sociales en América Latina y el Caribe conforman lo que puede ser hoy la peor pesadilla de la Organización de Estados Americanos (OEA).
Los expertos señalan que gobiernos progresistas y movimientos sociales procuran -especialmente en tiempos de crisis sanitaria y económica- recuperar y fortalecer espacios de soberanía frente al intervencionismo de la OEA y su secretario general, Luis Almagro, considerados ambos fieles seguidores de la política estadounidense.
La profunda crisis de la OEA y la virtual desaparición de su Grupo de Lima, que encabezaron acciones desestabilizadoras contra gobiernos populares, como los de Venezuela y Bolivia, entre otros, llevó a varios mandatarios y líderes sociales a augurar su eventual reemplazo por organismos propios, sin la injerencia de Washington.
El actual panorama regional parece favorecer esta iniciativa, según fuentes diplomáticas que subrayaron la conveniencia de fortalecer la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y la Alternativa Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América (ALBA), entre otros.
La Celac reúne actualmente 33 países, 12 de ellos miembros de Unasur y nueve integran ALBA.
Mandatarios como Alberto Fernández (Argentina) y Luis Arce (Bolivia) se sumaron a la idea del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, de reemplazar a la OEA (y el Grupo de Lima) por un organismo que defienda los intereses del área sin la presencia de Estados Unidos ni Canadá.
En defensa de la unidad de la región también trabajan desde hace años numerosas organizaciones sociales, indígenas y sindicales, que podrían agruparse en la recién creada Runasur, la ‘Unasur de los pueblos’, impulsada por el expresidente boliviano Evo Morales.
Ese organismo se constituyó para impulsar la integración de las luchas y la unidad de América Latina y el Caribe, según explicó Morales, quien agregó la necesidad de ‘fortalecer los organismos de integración para consolidar nuestra unidad como movimiento que promueve la liberación de los pueblos en América Latina y el Caribe’.
Entre sus objetivos, subrayó la conveniencia de ‘unir a los movimientos sociales, sea indígenas, obreros, de clase media y magisterios, con profesionales intelectuales’ y ‘luchar por una verdadera liberación de toda América plurinacional’.
Frente a esta realidad de recientes estallidos sociales, como el de Chile, un nuevo gobierno en Perú y próximas elecciones en varios países, incluyendo Brasil, la actual administración estadounidense de Joe Biden, como la de Donald Trump, intensifica una política de desestabilización y bloqueos contra Cuba, Venezuela, Nicaragua y otros.
Analistas consultados coinciden en que no hay forma práctica de transformar, eliminar o ‘cerrar’ la OEA, como reclaman muchos, pues fue creada en 1948, como instrumento de dominación de Estados Unidos en el marco de la Guerra Fría.
No obstante, algunas personalidades reclaman que Almagro -obsesionado con frenar cualquier protagonismo de sectores populares de la región- renuncie, mientras otros proponen enjuiciarlo por violación de los derechos de los pueblos latinoamericanos.
Esto, junto al fortalecimiento de las organizaciones autenticas de la región, puede convertir su ‘sueño americano’ en su pesadilla mayor.