Manzanillo. Noviembre 14.- Hace 21 años al manzanillero Leonel Peláez Sánchez le cambió la vida cuando recibió una de las noticias que no esperaba, un diagnóstico clínico le confirmaba que convivía con unas de las enfermedades crónicas no contagiosas más comunes en este mundo moderno, era diabético.
Su dolencia le fue detectada en uno de los momentos más difíciles de nuestro país, en pleno período especial, una época que vivimos los cubanos en la década de los años 90. «En aquel momento se carecía de reactivos y medios necesarios para buscar en el hospital Clínico Quirúrgico provincial Celia Sánchez Manduley, que era lo que provocaba que mi salud se fuera deteriorando.
Entonces por algunas gestiones se me pudo realizar la prueba en otra institución de la salud pública local y cuando llegó el resultado había debutado con los niveles de glucemia en sangre en 25.
Enseguida me ingresaron en el centro médico para la estabilidad y el control de la glicemia y desde entonces la atención fue maravillosa en el hospital como paciente. Tuve todas los cuidados y allí no me faltaron los medicamentos y comenzaron las charlas educativas para enseñarme como convivir y controlar la enfermedad», dijo.
Peláez Sánchez agrega que «así fui aprendiendo cómo lidiar con la diabetes, yo era un hombre de 260 libras y salí del hospital pesando unos 170 libras. Cuando llegué a la casa tuve el apoyo muy grande de mi familia y comencé a cumplir estrictamente la dieta».
Después de lograr el control de la enfermedad las atenciones médicas debieron ser más frecuentes, «aunque luego de la estabilidad yo no era de visitar mucho al médico, algo que me recomendaba la doctora de los servicios de atención al diabético y que por no escucharla mi vitalidad fue disminuyendo por algunas de mis indisciplinas como paciente», señaló.
Otro giro volvería darle entonces la vida, un pinchazo en uno de sus pies provocó que necesitara nuevamente de las orientaciones de los médicos. «Eso fue con una astilla pequeña que se me clavó en uno de los dedos y nunca la sentí pero el pie se complicaba. En el hospital Celia comenzaron a tratarme pero al no observar mejoría me trasladé hacia La Habana.
Cuando llegué a la capital era demasiado tarde, el dedo ya había perdido la circulación, estaba con una temperatura fría, trataron de salvármelo pero no se pudo y tuvieron que amputarlo.
Realmente conté con muy buenas prestaciones en el hospital Calixto García totalmente gratis, allí me atendió uno de sus mejores angiólogos».
De ese acontecimiento hace ya un lustro, en ese instante tuvo que recibir los servicios de la Casa de Atención al Diabético (CDA) de la capital habanera. «Allí fue maravillosa las orientaciones, donde nos enseñaron cómo tiene que comportarse un diabético con su dieta y todos los cuidados».
Pero la diabetes en Leonel también le ha provocado la pérdida paulatina de la visión, aunque sus ojos pueden observar algunas siluetas, no identifican con claridad lo que realmente reflejan las imágenes.
«Al principio de esta nueva experiencia fue duro porque vas perdiendo la visión poco a poco, y por lo menos a mí me ha deprimido algo, pero bueno con las atenciones de la medicina cubana ya me voy acostumbrando y aprendiendo a seguir conviviendo con ella».
Teniendo en cuenta sus experiencias Peláez Sánchez siempre busca transmitir algunas recomendaciones a los amigos y familiares más cercanos diabéticos. «A todos les sugiero que se cuiden porque teniendo en cuenta todas las orientaciones médicas la enfermedad se puede controlar», remarcó.
Para este manzanillero la idea de contar en el municipio con una consulta de atención al pie diabético es uno de los logros que suma nuestra Revolución, esa obra social que tiene que enfrentar a un injusto y férreo bloqueo económico, comercial y financiero que imposibilita contar con mejores recursos para la atención a los pacientes diabéticos.
«Eso es lo mejor que ha hecho nuestro país, porque ninguna nación en el mundo tiene lo que hace Cuba para el cuidado a los diabéticos gratuitamente como se realiza aquí. Allí se recibe mucho amor y dedicación hacia nosotros los pacientes, es maravilloso ese lugar».
A pesar de que la diabetes lo ha golpeado fuerte Leonel siempre encuentra un motivo para llevar la vida con optimismo, «porque hay que seguir adelante, estés como estés y enfrentar la existencia con lo que te depara el destino cada día».
Hoy es el Día Mundial de la Diabetes, una fecha que toma el color azul para mostrar esa aptitud esperanzadora ante la enfermedad, una jornada que busca concientizar en lo que se puede lograr si tenemos mejores hábitos de vida, además de cómo enfrentarla con responsabilidad para controlar sus altos niveles de azúcar que pueden deteriorar nuestra salud.