Celebradas del 23 al 26 de mayo, las elecciones tuvieron como principal consecuencia un Parlamento fragmentado, marcado por el fin del bipartidismo, el ascenso de los Liberales y Los Verdes y el crecimiento, aunque contenido, de fuerzas euroescépticas.
Ese escenario dificulta aún más el complejo proceso de designación de posibles directivos; así como el establecimiento de alianzas.
En el caso del nombramiento del presidente de la Comisión Europea, por ejemplo, debe estar respaldado por al menos 21 mandatarios, cuyos Estados sumen el 65 por ciento de la población de la UE.
También debe ser ratificado por una mayoría en la Eurocámara y en caso de que eso no ocurra, el Consejo debe presentar otra propuesta.
Además de la constitución de la directiva del bloque, los líderes de los 28 debatirán la agenda estratégica para el período 2019-2024, la cual incluye asuntos como la seguridad de los ciudadanos y el desarrollo económico.
Asimismo, analizarán las acciones para combatir el cambio climático y la desinformación, así como la posición de la UE ante diversos conflictos internacionales.